REAL MADRID
Navarro deja su sello y ahonda en la crisis del Real Madrid
REAL MADRID (21+22+18+14):
Mulaomerovic (14), Mumbrú (21), Angulo (7), Alston (4), Hernández-Sonseca (12) -cinco inicial-, Digbeu (5), Victoriano (3), Reyes (5) y Herreros (4). FC BARCELONA (17+23+19+24): Jasikevicius (15), Navarro (17), Bodiroga (17), Fucka (9), Dueñas (10) -cinco inicial-, De la Fuente (8), Rodríguez (1), Femerling (4) y Alzamora (2). ÁRBITROS: Martín Bertrán, García García y Murgui. Excluyeron por personales a Hernández-Sonseca (m.40). INCIDENCIAS: Raimundo Saporta ante unos 5.300 espectadores. Juan Carlos Navarro dejó su sello personal en un derbi que esperaba muchos protagonistas pero que cayó en manos del Barcelona gracias a la constancia del internacional español, clave para entender la derrota del Real Madrid en uno de sus mejores partidos esta temporada y lo que podría suponer para la clasificación copera de los blancos. El Saporta fue, esta vez, un modelo del ambiente que debe rodear cualquier duelo entre los dos grandes. En ese clima es casi imposible desconectarse del juego. El Madrid nunca perdió la brújula, sólo la efectividad y, además, en los instantes decisivos. Entonces surgió Dejan Bodiroga y Navarro y Jasikevicius. Puede que la entrada en acción de los blancos obedeciese a la atmósfera, aunque también ellos aparecieron con el registro cambiado. Nada que ver con el anodino perfil visto en Bolonia, en Alicante o contra el Maccabi en el Torneo de Navidad. De hecho, la ansiada respuesta del equipo a las pasiones defensivas de su técnico quedaron mejor reflejadas que nunca hasta ahora en el primer cuarto. El pulso pedía a gritos un hombre decisivo. El primero que lo intentó fue Juan Carlos Navarro, un jugador osado por naturaleza. Un par de sus clásicas penetraciones adelantaron al cuadro barcelonista justo cuando los de casa desperdiciaban tiros libres y erraban lo que no habían perdonado hasta entonces (61-64 m.33). Lo cierto es que el internacional español dio al Barcelona el impulso que precisaba para que, como siempre, Bodiroga se encargase de resolver en unos pocos décimas lo que otros han perseguido durante todo un choque. La eliminación de Hernández-Sonseca, al que se le señaló como personal un tapón sobre el yugoslavo con el marcador aún al alcance del Madrid (75-78) y sólo 48 segundos por jugar. La jugada añadía el único ingrediente que faltaba al derbi: la polémica.