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Pete Carril, adiós al genio leonés del baloncesto

TODO UN REFERENTE EN LA NBA

León

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Pete Carril es historia de la NBA, del baloncesto universitario norteamericano y del deporte de la canasta a nivel global. Lo ha sido, lo es y lo será a pesar de su muerte a los 92 años. También un leonés de corazón y sangre a pesar de que por condicionantes de trabajo de sus padres, emigrantes, nacía en Pennsylvania en el año 1930. Pero su afecto por Riaño y Las Salas siempre estuvo latente, en sus visitas y en sus últimos días de vida.

Pete Carril, todo un referente en el baloncesto de la NBA donde desde hace años ocupaba un lugar preferente en su Salón de la Fama ‘Hall of Fame’, y en la liga universitaria donde llevó a Princeton a lo más alto acumulando a lo largo de casi tres décadas más de 500 triunfos como técnico, ha fallecido agarrado a una maleta repleta de reconocimientos, entre ellos el de ser el precursor del baloncesto moderno, un estilo de juego que de Princeton ‘copiaron’ grandes franquicias de la NBA como Los Angeles Lakers, Sacramento Kings y San Antonio Spurs.

Carril, que lucía orgulloso su apellido paterno, tampoco se olvidó nunca de que sus raíces estaban en León, concretamente en Riaño y en la localidad de Las Salas, de donde era originario su progenitor.

Pete, al que le gustaba que lo llamaran Pedro, no quiso perder nunca esas señas de identidad que incluso en su día le llevaron a viajar a España para conocer la tierras de aquellos que le dieron la vida y la educación. Esa sangre leonesa que llevaba en sus venas ha servido para que su visión del baloncesto se asemeje más a la que luce este deporte en Europa donde la versatilidad e imaginación ocupan un papel especial capaz de diluir el juego de músculo que tanto impera en la NBA. Esa particular apreciación del baloncesto abarcaba en este leonés de sangre y corazón más de cinco décadas. Antes había pasado por la faceta de jugador en la prestigiosa universidad de Lafayette. Eso sí, le faltó dar el salto al profesionalismo. El baloncesto perdió a un jugador con una especial visión pero ganó a un extraordinario técnico que después de su paso por los institutos de Easton y Reading acabaría en la Universidad de Princeton. Allí empezó a gestar su leyenda durante tres décadas con más de 500 triunfos. Pero el ataque no fue sólo su argumento, también la defensa llegando a sumar 14 ligas como la más consistente. Eso sí, por lo que se recordará a este riañés de corazón es el ‘ataque Princeton’, un estilo que consta de cuatro jugadores en el perímetro, y sólo un interior. La circulación rápida y constante de balón creando espacios que deben aprovechar los jugadores, la ocupación coherente de los espacios y la rotación de los exteriores constituyen los ejes de un estilo que también hace uso de los bloqueos indirectos. Tanto Princeton como los Kings han sacado lustre de su estilo. Y también un buen número de equipos en los que Pete, de manera indirecta, ha dejado su impronta, la de un sistema total encaminado a la victoria que tiene en su esencia los orígenes leoneses de Carril

SU PADRE EN EL RECUERDO

«Mi padre es de Riaño, un pueblo que por desgracia ahora está bajo un pantano y que hace un tiempo visité», recordaba Pete Carril, uno de los técnicos universitarios con mayor prestigio, en uno de sus viajes a España. «Mi madre era de Salamanca. Ambos se conocieron trabajando en Bilbao en una fábrica de hierro y se fueron a vivir a Estados Unidos. Allí crecimos en una comunidad de unos cien españoles. Eran trabajadores duros. Yo aprendí a hablar español hasta el punto de que cuando fuimos a la escuela ni yo ni mi hermana sabíamos inglés.

Mi padre nunca quiso que la cultura americana le asimilase. Se consideraba español y por eso le admiré», apuntaba Carril a Diario de León en una de sus entrevistas realizada en el año 2012, que a pesar del paso de los años siguió hasta no hace demasiado tiempo aplicando su docencia baloncestística como técnico ayudante de los Sacramento Kings en los estuvo durante dos etapas. Apasionado del juego que se realiza en Europa y en especial de España, sentía predilección por dos jugadores, Gasol y Ricky Rubio al que veía como el sucesor del legendario Pete Maravich. Curtido en mil batallas y en una Guerra Mundial, su carácter afable se extendía a su faceta como técnico. «Un entrenador debe ser como un padre y a la vez como un profesor», apuntaba.

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