Lo mejor es hacer virtud del error
Hay partidos como el de ayer en el Nuevo Mirador de Algeciras, en los que conseguir vencer pueden ayudar si se tiene la capacidad de autocrítica a la hora de extraer las conclusiones honestas sobre el juego. Ayer presenciamos el partido de los tres disputados hasta la fecha, en el que los leoneses fueron más inferiores en todas las fases y conceptos del juego.
Hasta en tres ocasiones varió la estructura el equipo leonés. Comenzó el partido con la organización habitual en 1-4-1-4-1 con la que medianamente aguantó hasta el descanso. Tras ello el equipo pasó a un 1-4-4-2 en bloque bajo. Con la entrada de Muguruza por Percán el conjunto leonés duplicaba laterales en su zona diestra, fruto de la palpable superioridad exterior que estaba sufriendo en ese lado con las acciones extremo-lateral de Tomás y Elejalde. De poco sirvió, el equipo andaluz siguió siendo muy vertical y asociativo con balón, entrando más eso sí en la segunda parte por el lado derecho con las continuas rupturas de Álvaro desde la media punta a zona exterior y con un sinfín de centros laterales que supusieron las acciones de mayor peligro, bien en primera jugada o tras rechace.
El último cambio de estructura en la Cultural se produjo tras el cambio en el que Trigueros sustituía a Néstor Querol. A partir de ahí organización sistémica en 1-5-4-1 con un bloque extremadamente bajo o hundido en la que la solución más rentable encontrada, fue salir con balones directos sobre Claudio para que este aguantase el balón y descargase ante apoyos con el equipo saliendo. Gran labor del delantero leonés.
Aun así y con todo el equipo no consiguió neutralizar de forma alguna las constantes llegadas del Algeciras, que una y otra vez se encontró con la gran actuación individual de Salvi. Lo más positivo del encuentro para el equipo leonés fue la acción del gol. Acción de presión en reinicio de juego de saque de banda, recuperación en zona alta y finalización tras pase de Obolskii para el gran disparo de Solís.