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Con Juan Castro sí hay paraíso

El capitán del Ademar fue clave en la victoria contra Anaitasuna pese a jugar con molestias debido a su lesión El central acabó «muy dolorido» el partido

El jugador de balonmano Juan Castro. DL

León

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Incluso sin encontrarse al cien por cien recuperado de su lesión, Juan Castro decidió arriesgar el pasado sábado para dirigir al Ademar en otra final liguera, esta vez frente al Anaitasuna (32-31). El capitán del Abanca Ademar es hoy por hoy insustituible dentro de un equipo falto de líderes y sobre todo de jugadores que ofrezcan cierta regularidad. En otras circunstancias Manolo Cadenas —y el propio central— habrían sido conservadores visto lo que aún queda por delante, pero el alarmante inicio de segunda vuelta de los leoneses obligó a acelerar su retorno a la pista.

«Muy dolorido». Así confesó sentirse Castro nada más concluir el duelo contra los navarros, que para nada fue un paseo militar sino más bien una batalla que seguro traerá sus consecuencias dentro de la plantilla marista. Habrá que ver esta semana si el veterano central sufre alguna secuela fruto de su compromiso con los suyos. Lo que está claro es que a sus nueve goles del pasado sábado se suma una dirección de juego brillante, incluso jugando a medio gas. Con él dentro de la pista el Ademar aclara sus ideas, nadie se sale del guion, aunque su sola presencia no es suficiente para aguantar la temporada.

Falló un lanzamiento desde los siete metros en los minutos finales. Un tiro que le pudo salir caro al Ademar. Sin embargo ejerció de líder reclamando el balón poco después —en otro penalti— para colocar el 32-31 que a la postre supondría el primer triunfo leonés. Ni se esconde, ni se reserva un Juan Castro al que Cadenas ya quiso repescar hace tres temporadas y cuyo fichaje se frustró desde la cúpula sin que hayan sabido explicar nunca el porqué.

Con David Fernández en su peor momento del curso y Saeid sin terminar de asentarse en la portería, la buena campaña que hasta ahora lleva Juan Castro se antoja imprescindible. Es la prolongación del entrenador de Valdevimbre dentro y fuera de la pista y el único que no se arruga. No así hombres como Boskos, Kim o Milosavljevic, cuya irregularidad impide que el Ademar ande más holgado en sus partidos.

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