Luis de la Fuente, el gran señalado por la derrota ante Escocia

España recibió el martes un severo correctivo a manos de Escocia en Glasgow que carga de deberes a Luis de la Fuente. La primera derrota sufrida por La Roja en una fase de clasificación para la Eurocopa desde octubre de 2014 vino a constatar que el nuevo ciclo amanece lastrado por viejos problemas que el combinado nacional sigue arrastrando, como su debilidad en las dos áreas, la bisoñez de un colectivo desprovisto de líderes suficientemente cuajados para tirar del carro cuando los partidos se ponen feos, la ausencia de una columna vertebral asentada que impida más vaivenes de la cuenta en los onces y un alarmante déficit de futbolistas determinantes en casi todas las demarcaciones que alimenta el nostálgico recuerdo de tiempos luminosos que quedan cada vez más lejanos.

La imagen gris que arrojó España en Hampden Park frente a la cuadragésimo segunda clasificada en el ranking FIFA invita a reflexionar sobre el enorme trabajo que tiene por delante Luis de la Fuente a la hora ensamblar un bloque que sea capaz de afrontar con garantías los exigentes retos que tiene por delante, empezando por la 'Final Four' de la Liga de Naciones que abordará a mediados de junio en los Países Bajos, donde se medirá con Italia en la antesala del duelo por el título, mientras que la anfitriona y Croacia se enfrentarán por la otra parte del cuadro.

Aunque el riojano hizo una lectura positiva de sus dos primeros partidos al frente de la selección española de puertas para afuera, incidiendo en que la ruta trazada es la correcta pese a que dos errores puntuales condenaron a La Roja ante Escocia y manifestando su convicción de que el trabajo y el tiempo permitirán que germinen los frutos de las semillas que ha empezado a plantar, lo cierto es que hay sombras en ambas citas, aunque también alguna luz.

España rozó un resbalón ante Noruega que evitaron la escasez de pólvora de un combinado escandinavo sin Haaland y un acertado Kepa, antes de que el fulgurante debut como internacional de Joselu configurase un marcador mentiroso. El delantero del Espanyol volvió a demostrar frente a Escocia que puede ser un activo importante, bien sea de titular o saliendo como revulsivo desde el banquillo, por más que en Glasgow no le acompañase la suerte. Los pasillos interiores estaban minados en Hampden Park y España logró amenazar con centros laterales en el primer tiempo, un método al que apenas recurría con Luis Enrique.

Sin embargo, a diferencia de lo que ocurría con el grupo del asturiano, cuyos miembros tenían plenamente interiorizado el credo que les servía de guía, el combinado de Luis de la Fuente apenas está tanteando el terreno para desarrollar una personalidad propia y esa indefinición le penaliza. Especialmente a la hora de presionar cuando el rival tiene la pelota y se producen desajustes que generan espacios y ocasiones para el adversario. Si a ello se suman fallos individuales de bulto, como ocurrió en las acciones de Pedro Porro y Carvajal que preludiaron las dos dianas de McTominay, el desastre está servido.

Un camino largo La situación del lateral derecho es paradigmática. Carvajal nunca ha logrado alcanzar con la selección el nivel que exhibió en el Real Madrid, pero el de Leganés también está ahora lejos de los mejores días con su club. El problema para De la Fuente es que hay pocas alternativas en ese puesto y las dos apariciones de Pedro Porro con la absoluta tampoco invitan a la esperanza. La buena temporada que está haciendo Arnau Martínez con el Girona provocó que su nombre empezase a sonar para La Roja incluso antes del Mundial de Catar, pero puede que a sus 19 años el traje todavía le venga grande.

Lo mismo puede decirse de otros jugadores que ya llevan algún tiempo en dinámica de selección: son diamantes en bruto, pero hay que pulirlos y hacerlo requiere un proceso. Precisamente esa es una de las razones principales que motivaron el ascenso de Luis de la Fuente, al que es de justicia concederle un periodo de gracia para que implemente sus ideas, sin que ello suponga manga ancha. El preparador de Haro quiso marcar distancias respecto a su predecesor y dejar su sello desde el primer día con una lista rupturista. Demostró cintura en su puesta de largo contra Noruega, pero frente a Escocia se le fue la mano tratando de contentar a todos y España acabó pagando el plato. Realizar ocho cambios de golpe en un once que todavía no está bien sintonizado porque ni siquiera ha tenido amistosos de por medio fue una decisión temeraria ante un contrincante mucho más engrasado. La derrota en Glasgow vuelve a situar a La Roja frente al espejo de una cruda realidad: el camino es largo y le toca remar muy duro, pero dentro de dos meses y medio tendrá una prueba de fuego. Quizás le llegue demasiado pronto, pero en la Liga de Naciones puede dar un golpe encima de la mesa que le sirva como espoleta.