Diario de León

«Vine a Bembibre porque podía compaginar hockey y maternidad»

Pía Sarmiento, junto a sus hijas. DL

Pía Sarmiento, junto a sus hijas. DL

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La tricampeona mundial con Argentina, Pía Carla Sarmiento Escoda, habla sobre su vida deportiva y personal, sus vivencias y sacrificios para llegar a ser una de las mejores jugadoras de la historia. Ahora afincada en Bembibre, capitanea un equipo que ha logrado el ascenso a la máxima categoría del hockey patines español gracias en parte a sus goles, su rol en el equipo y su sinergia ganadora, que es capaz de contagiar hasta los más profanos en el deporte.

—¿Por qué elegiste venir a Bembibre?

—Me lo tomé como un desafío en el que entran la maternidad y el deporte que amo. Creo que me retiré muy joven del deporte profesional para ser madre. Pero cuando me llamó Figue (Carlos Figueroa), para sumarme al proyecto creí que no saldría. Pero salió adelante y vine muy ilusionada y poder retirarme nuevamente jugando la Ok Liga, la verdad que es todo un desafío personal y no me arrepiento de esa decisión porque siempre me gustó España. Bembibre me encanta, me gusta su gente y la afición que tiene y el jugar aquí los últimos años de mi carrera deportiva para mí es un premio.

—¿Ganar algo con el Bembibre Hockey Club es un reto para ti?

—Sí, por supuesto. Quería ganar la Copa de SAR La Princesa, pero no se pudo. Ahora vamos a por la liga, pero estamos teniendo muchos problemas al final de la temporada, con los que no contábamos. Yo nunca he estado lesionada y me ha ocurrido por primera vez. Me he perdido un mes de entrenamientos y de competición. Soy una persona que si no siento la camiseta me cuesta mucho jugar y duro poco. Con las compañeras del equipo que tengo queremos todos los trofeos y galardones que tengamos oportunidad de levantar.

—¿Qué le falta o qué le sobra al proyecto de Bembibre?

—Yo he quedado muy sorprendida con la cantidad de niños y niñas que tenemos y mantenemos. Hemos conseguido muchos niños en muy poco tiempo. Al principio fue el boom, donde llegamos a casi un centenar de niños. Pero seguir trabajando con más de setenta es que hemos sabido mantenerlos. Tengo muchísimos proyectos, sobre todo para la temporada que viene. Con entrenamientos, planificación y esperando poder competir a nivel autonómico. Tenemos para formar equipos en todas las categorías. En cuanto al club tengo muy buenas sensaciones. La gente está siendo muy receptiva y positiva, apoyando muchísimo y eso también lo genera la difusión entre la población. La base es muy importante porque va a retroalimentar el día de mañana al primer equipo.

—Para llegar a ser tres veces campeona mundial, ¿qué has sacrificado?

—Muchos sacrificios he tenido que hacer ya desde pequeña. Sacrifiqué todo por el hockey, cumpleaños, fiestas, salidas... Una adolescencia en la que solo había entrenamientos y colegio. Prácticamente los fines de semana mis amigos salían, iban de fiesta y yo me quedaba en casa estudiando, adelantando temas o tenía partidos. Luego llegó la edad adulta y el gran sacrificio fue ser madre porque tener que dejar de jugar para la albiceleste, dejar el hockey profesional fue difícil. Jugar un Mundial es muy duro para cualquier deportista, pero tenía claro que quería ser madre. Son decisiones que si no se toman en el momento luego se hace tarde. Cuando miro hacia atrás, mi vida está llena de sacrificios. El hecho de estar aquí también, haciendo lo que me gusta, es todo un reto. Sacrifico un montón de cosas que dejé allí en Argentina, y para mis hijos que me acompañan, estar lejos de la familia y de su padre. Pero lo tengo muy claro, la vida son decisiones y a medida que pasa el tiempo y mirando al pasado, la suma de decisiones me dejan donde quiero estar y eso es muy importante para mi.

—¿Te han llamado de otros equipos cuando se han enterado de que estabas aquí?

—Bueno, la gente te llama y te pregunta cómo estás... pero también hay mucho respeto en ese tema. Saben que la temporada no ha terminado y todos los clubes están finalizando saturados del nivel de sus competiciones. Pero siempre hay alguna propuesta interesante. Pero cuando me enamoro de un lugar es difícil que me saquen de allí.

—Tú y tu familia os habéis integrado en la vida cotidiana de Bembibre. ¿Qué responderías ante una buena oferta de un equipo más grande?

—Soy poco materialista. Si yo estoy bien en un lugar y la integración de mis hijos es buena eso es muy importante y están muy bien aquí, se han adaptado muy rápido. Creo que tendría que haber una propuesta económica muy muy buena, porque si no, no. Yo valoro muchos aspectos, no solo el económico. Me cuesta horrores jugar con una camiseta que no siento, ya me ha pasado y he durado poco. Así que mi respuesta es que no, no me iría. Todavía me quedan un par de temporadas más.

—¿Qué diferencias hay entre el hockey argentino y español?

—Hay mucha diferencia a la hora de jugar. Creo que en Argentina es más técnico. Allí se sanciona mucho el contacto, aquí se deja jugar y se reciben muchos golpes. Allí no dejan jugar tanto y por ejemplo, la Ok Plata, es una liga muy dura, con muchísimo contacto físico y los árbitros pitan muchísimo menos que en Argentina. A la hora de finalizar un partido salimos muy cargadas con muchos golpes y se nota la diferencia.

—¿Cuál ha sido el mejor y el peor momento de tu carrera deportiva?

—Tengo muchos. Cada campeonato ganado, el haberlo compartido con diferentes personas... Te hablo de los mundiales, en los que se entrenó muchísimo y se sacrificó más. Me acuerdo en 2010, en Madrid, del Mundial que ganamos. Faltaban cinco minutos para acabar el partido y yo ya estaba llorando porque recordaba todo lo que pasamos. Los entrenamientos tan duros, tres veces al día, sentir dolor físico y soportar un montón de carga.. luego ves que valió la pena. También ganar con tu club, con tu camiseta y sentir que defiendes tú casa, eso no tiene precio. El hockey al ser un deporte de equipo, los momentos son compartidos y únicos. Momentos duros... Cuando quedamos fuera en las semifinales del Mundial el llanto dura 24 o 48 horas, y cuesta levantarse e ir a por el siguiente. Duro fue cuando decidí ponerme nuevamente los patines. Después de años sin jugar, el cuerpo te pasa factura. Pero creo que si se soporta el dolor o la tristeza, eres capaz de recuperarte y con voluntad, se consiguen objetivos.

—¿Cómo te arreglas para ser madre y jugadora profesional?

—Es todo un desafío porque desde muy pequeños están acostumbrados a estar a solas conmigo. Son niños muy independientes pero también cuento con mucho cariño de la gente, porque ya tengo muchas amistades que me ayudan a cuidar de ellos cuando lo necesito. Es como una gran familia y el Club también y puedo hacerlo todo.

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