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El Atlético de Madrid mantiene hasta la última jornada sus opciones de terminar la Liga en segunda posición. RODRIGO JIMENEZ

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León

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En el minuto 37, Antoine Griezmann se inventó un gol de la nada para sellar el tercer puesto y la clasificación para la Supercopa de España, sentenciada con otra asistencia suya para el 2-0 de Nahuel Molina en el 73 frente a la Real Sociedad, que sufrió finalmente su derrota más dulce por 2-1, clasificada para la preciada Liga de Campeones una década después, inalcanzable ya en la cuarta posición de Liga para el Villarreal, por el tropiezo del conjunto castellonense ante el Rayo en Vallecas. Son ya nueve victorias consecutivas en el Metropolitano del Atlético, una marca que databa desde diciembre de 2013. A entonces corresponde la última vez que la Real Sociedad disputó un encuentro de la máxima competición europea. Los dos estarán en ella la próxima edición. Es una obligación del equipo rojiblanco y Diego Simeone. Es un éxito del conjunto donostiarra y su técnico, Imanol Alguacil, vencido en la Liga siete jornadas después. Por el Atlético, por Griezmann y por Simeone. Porque no hay partidos tan de entrenador en los últimos tiempos en LaLiga Santander como los duelos entre el Atlético y la Real Sociedad. Cada choque abre un nuevo escenario a la innovación. Cualquier detalle toma una dimensión tremenda. Cualquier factor de distorsión táctica para el adversario es una oportunidad... O un contratiempo.

Todo parte prediseñado desde la pizarra. Cada movimiento. Cada salida. Cada ataque. Pero no todo está en su mano. Ni bajo control. Es el fútbol. Y es Antoine Griezmann. Él dinamitó la secuencia interminable de precauciones, de movimientos mecanizados, como piezas de un tablero verde gigante de ajedrez o cualquier juego de estrategia que expresó la anodina primera media hora, incluso más allá. El internacional francés fue la diferencia. Decisivo.

El gol desató el partido. La segunda parte, aún más. No le quedaba otra a la Real Sociedad, que entre la derrota y la nada no había diferencia para el conjunto donostiarra. Incluso, la Liga de Campeones era un hecho sin puntos, porque el Villarreal, el único que le podía privar de la cuarta plaza, empataba primero y perdía después en Vallecas. Sorloth asomó de inmediato en la reanudación por el área, tapado por Witsel, atento y certero en defensa. Y después llegó el segundo.

El equipo visitante reaccionó. El tiro de Barrene que repelió Grbic, ya en el minuto 66, la primera parada de todo el encuentro del guardameta croata, el sustituto de Jan Oblak, advirtió al Atlético, despertó a la Real, cada vez más cerca de la Liga de Campeones, que ya acariciaba con el 2-0 del Rayo al Villarreal (acabó 2-1). Ya ni siquiera la derrota, más amplia con el 2-0 en el minuto 73 de Nahuel Molina en una combinación con Griezmann y Correa, apartó ya a la Real Sociedad de la cuarta posición.