FÚTBOL | CRISIS EN LA RFEF
Luis Rubiales dimite como presidente de la Federación
Sostiene que "hay poderes fácticos" que impedirán su vuelta y renuncia también al cargo de vicepresidente de la Uefa
Luis Rubiales arroja la toalla. Tres semanas después del beso no consentido a Jenni Hermoso que ensució la imagen del fútbol español y cuando han transcurrido 15 días desde que la Fifa le suspendiera provisionalmente del cargo durante un periodo de 90 días, el motrileño anunció este domingo su dimisión como presidente de la Real Federación Española de Fútbol.
"Tras la veloz suspensión realizada por Fifa, más el resto de procedimientos abiertos contra mi persona, es evidente que no podré volver a mi cargo", señaló a través de un comunicado emitido por la noche. "Insistir en quedarme a la espera y aferrarme a ello no va a contribuir a nada positivo, ni a la Federación ni al fútbol español. Entre otras cosas, porque hay poderes fácticos que impedirán mi vuelta", agregó.
Rubiales comunicó su renuncia a Pedro Rocha, presidente interino de la Federación después de que el motrileño le hubiese situado como único vicepresidente poco antes de la Asamblea General Extraordinaria celebrada el viernes 25 de agosto con la que intentó atrincherarse en el cargo, pese a la presión del Gobierno y la condena social a su impresentable comportamiento durante la final del Mundial femenino disputada en Sídney.
Cabe recordar que además del beso robado a Jenni Hermoso, Rubiales dejó un gesto obsceno cuando se agarró los genitales para celebrar la victoria de España sobre Inglaterra en la final en pleno palco de autoridades y a pocos metros de donde se encontraban la reina Letizia, la infanta Sofía y el presidente de la FIFA, Gianni Infantino.
Además de al cargo de presidente de la Federación, por el que Rubiales percibió un sueldo de 675.761,87 euros brutos en 2022, el caído dirigente renuncia también al puesto de vicepresidente que ostentaba en la Uefa y por el que ingresaba otros 250.000 euros.
Rubiales se marcha presumiendo de su gestión a lo largo de los cinco años en los que ha estado al frente del fútbol español, pese a que su mandato se vio salpicado por un inagotable reguero de polémicas como el despido del entonces seleccionador Julen Lopetegui a las puertas del Mundial de Rusia después de que el técnico vasco aceptase una oferta para dirigir al Real Madrid, el traslado de la Supercopa de España a Arabia Saudí, su incesante guerra con el presidente de LaLiga, Javier Tebas, o la presunta orgía en un chalé de Salobreña que habría pagado con tarjetas de la Federación Española de Fútbol, según aseguró su tío y exjefe de Gabinete Juan Rubiales.
Lo hace denunciando la existencia de una "campaña desproporcionada" en su contra y argumentando como uno de los motivos para su definitivo adiós el deseo de no perjudicar las opciones de la candidatura conjunta de España, Portugal y Marruecos para albergar el Mundial de 2030, que se vio duramente golpeada por la enorme repercusión internacional de sus bochornosas acciones en Australia, provocando una honda preocupación en el Gobierno.
"Tomo esta decisión tras haberme asegurado de que mi marcha contribuirá a la estabilidad que va a permitir que tanto Europa como África sigan unidas en el sueño de 2030, que permitirá traer a nuestro país el mayor evento del mundo", aduce.
Querella de la Fiscalía Rubiales estaba sentenciado pese al afán por morir matando que había regido sus actuaciones desde la final del Mundial femenino. Sus conductas posteriores, lejos de amortiguar el golpe, contribuyeron a que él mismo se cavase su propia fosa con presiones a Jenni Hermoso y una actitud desafiante que aumentó la cólera de un Gobierno que le había sostenido frente a otros episodios turbulentos del pasado, pero que bajó el dedo el día en que el presidente en funciones recibió a las campeonas del mundo en el Palacio de la Moncloa.
Jenni Hermoso denunció este martes a Rubiales, lo que permitió que la Fiscalía presentase el viernes en la Audiencia Nacional la anunciada querella contra el presidente de la Federación por un delito de presunta agresión sexual y otro de coacciones a la futbolista madrileña, y el granadino se expone a una condena de entre uno y cuatro años de cárcel, sustituible en su grado mínimo por una multa.
"Debo mirar adelante", apunta Rubiales, que proclama su fe "en la verdad" y adelanta que hará todo cuanto esté en su mano "para que prevalezca". "Mis hijas, mi familia y la gente que me quiere han sufrido los efectos de una persecución desmedida, así como muchas falsedades", sostiene el motrileño, quien contra la palmaria evidencia que deja el torrente de condenas que ha recibido, argumenta que "en la calle, cada día más, la verdad se está imponiendo".