«Quería vivir de nuevo ese impulso del Ademar donde a la mínima que te pasas, te sacuden»

—Me consta que rechazaste ofertas importantes por regresar al Ademar. ¿Tenías una espina clavada?

—Necesitaba ese impulso que te da el Ademar, donde a la mínima que te pasas, te sacuden. Hay etapas en la vida, venía de dos experiencias duras con el año del covid teniéndome que despedir de la afición del Nava por redes sociales y lo de Brest, a nivel personal y profesional fue muy duro. Luego en Egipto sabes que un día pierdes y te vas para casa. En Bielorrusia estaba muy a gusto trabajando. Teníamos un equipazo firmado. Pero hay momentos para todo, para buscar un escaparate profesional y otros de regresar a mi casa, que es el Ademar, a estar con mis padres, a comprar en las tiendas de siempre, tener una vida que echaba de menos. No tengo una espina clavada porque demostré de lo que era capaz como entrenador y gracias a eso he tenido esta carrera. El prisma del ademarismo a veces ciega. Sé dónde vengo y la presión no me puede.

—¿En qué ha mejorado Dani Gordo con los años?

—No te lo puedo decir yo. Sí que me he tratado formar en todos los aspectos, idiomas, trato con el grupo, etc. En León aprendí el oficio, fue mi primera experiencia profesional, ahora he conocido otras culturas, han pasado diez años. Veo como que todo pasa mucho más despacio. La esencia es la misma, pero me queda mucho por mejorar.