Diario de León

Un talento precoz que con 11 años daba sus primeros pasos en Camponaraya

León

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Han pasado 27 años desde que aquella niña de Camponaraya decidía probar en un deporte tan desconocido en España como falto de grandes referentes. Lo hacía precisamente en su casa, una localidad que se ha destacado siempre por contar con una gran afición y destacada cantera. Un talento precoz que pronto vio su entrenador, Isaac Álvarez. Contaba con 11 años y este vio en Lidia el potencial de una futura campeona olímpica. Y no se iba a equivocar.

Con tan solo 15 años ya era doble campeona de España infantil y la Federación de Halterofilia le ofreció trasladarse a la Residencia Joaquín Blume en Madrid para deportistas de élite españoles, donde entrenó muy duro para convertirse en una de las mejores halteras del mundo Y la mejor española de todos los tiempos. Y eso que, como ha recordado en varias ocasiones, a su madre la decisión de dedicarse a la halterofilia al principio le sorprendió ya que consideraba a este deporte de mucha fuerza. Pero Lidia siempre la ha tenido, tanto física como mentalmente.

Eso la llevó a que se abriera rápidamente paso en un deporte tan duro como minoritario, en el que la sombra del dopaje siempre ha sido muy poderosa. En 2008, el año en que Lidia Valentín compitió en sus primeros Juegos Olímpicos, España tan solo contaba con 301 mujeres con licencia de halterofilia. Una década después, en 2019, se superó por primera vez la barrera de las 1.000 mujeres federadas. Y en la actualidad ese número, gracias a los éxitos de la berciana, llega en la actualidad a cotas importantes.

Lidia Valentín logró tres medallas en sus cuatro participaciones en los Juegos Olímpicos. Fue plata en Pekín 2008, oro en Londres 2012 y bronce en Río 2016. Todas en la categoría de 75 kilos, donde consiguió los mayores éxitos de su carrera. Sin embargo, solo recibió una en el podio, la de Río de Janeiro. Las otras dos las ganó en los despachos tras las descalificaciones de sus rivales por el uso de sustancias dopantes.

En Tokio los problemas en la cadera le impidieron firmar su mejor actuación en la cita olímpica acabando décima. Un problema que se ha agravado y que ha sido el detonante de su adiós.

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