El Madrid impone su pegada
El Real Madrid tuvo que sobrevivir a un penalti bufonesco en su contra para asaltar el Estadio Diego Armando Maradona (2-3) y colocarse como líder en solitario de su grupo en la Champions.
El Nápoles se adelantó con una acción a balón parado que volvió a poner de manifiesto la alarmante vulnerabilidad de los blancos en la protección de los balones aéreos. Pero el equipo de Ancelotti logró reponerse con mucha entereza de la mano del eternamente iluminado Bellingham. El inglés asistió primero a Vinicius para que el brasileño recuperase la sonrisa firmando el empate y se marcó a renglón seguido un eslalon que recordó a aquellos que convirtió en sello distintivo el dios que da ahora nombre al antiguo San Paolo para poner en ventaja a los suyos.
Los partenopeos regresaron de la caseta con otro aire y encontraron la ayuda de un VAR incomprensible para poner de nuevo las tablas en el luminoso de la mano de Zielinski. Pero Valverde, con un cañonazo desde fuera del área que besó el travesaño y la chepa de Meret antes de entrar en la portería, impartió justicia en un duelo en el que el Madrid ofreció más argumentos a partir de una alineación que pinta ya a ser la de gala una vez regrese Alaba.
El golpe de autoridad que dio su equipo en Girona parece haber sentado las bases del once con el que Ancelotti toreará en las grandes plazas. En él tiene acomodo Camavinga en el lateral izquierdo, Kroos como maestro de ceremonias y Rodrygo acompañando a Vinicius en ataque. No hay cabida en el mismo, sin embargo, para Modric, suplente por tercer partido consecutivo.
La propuesta funcionó bien en Montilivi y contribuyó al buen arranque del Real Madrid en el antiguo San Paolo. Rodrygo, asistido por Bellingham, tuvo un mano a mano con Meret del que salió vencedor el arquero y los visitantes metieron el miedo en el cuerpo al Nápoles. Sin embargo, el balón parado acudió al rescate del cuadro partenopeo. Un córner mal resuelto por Kepa acabó con Ostigard golpeando de cabeza a un Real Madrid de nuevo timorato en el juego aéreo. Ocurrió que los de Rudi García echaron un borrón enseguida. Di Lorenzo cedió un balón con demasiada ternura a Ostigard y Bellingham anduvo vivo para robar y servir el gol en bandeja a Vinicius, que definió con seda al palo largo. El fluminense volvió a prender la mecha. La diana de Vinicius hizo que el Real Madrid entrase en combustión de inmediato. Bellingham recogió el guante e hizo su particular homenaje al dios napolitano marcándose un gol maradoniano.
Subió una marcha el Nápoles a vuelta de vestuarios, que encontró premio en un penalti bufonesco. Una pugna entre Nacho y Osimhen terminó con el balón golpeando en la mano de Nacho. Turpin no apreció nada en directo pero el VAR, tras una deliberación interminable, le invitó a reconsiderar el veredicto. Ofuscado, padeció el Real Madrid durante muchos minutos con las acometidas de un Nápoles envalentonado. Mas el cuadro de Ancelotti tiró de tablas y rabia para recomponerse. Fue Valverde quien acabo reventando la portería del meta con un misil hipersónico que envenenó su trayectoria tras rozar en Elmas y golpear luego en el travesaño y en la espalda de Meret.