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Jesús Nieto ante otra odisea, pero esta vez de vuelta

Después de 3 meses, más de 40.000 kilómetros y 18 países, regresa a León

Jesús Nieto, a la derecha, vivió una intensa aventura de tres meses plena de experiencias recorriendo más de 40.000 kilométros y 18 países. DL

León

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«Tras haber conseguido el principal reto del viaje, llegar a Magadan, tocaba empezar a pensar en la vuelta. 15.000 kilómetros, dos continentes y diez usos horarios me separaban de León. Mi plan original era organizar el envío de la moto por barco a Vladivostok, el principal puerto de Rusia en el Pacífico a seis días por mar desde Magadan. Una vez allí hubiera ido de vuelta por carretera siguiendo el Transiberiano», relata el aventurero leonés Jesús Nieto, culminando así su odisea por medio mundo, ya de regreso a León.

A continuación, explica: «Lamentablemente en Rusia las cosas funcionan a otro ritmo y el plazo mínimo de envío que me ofrecían en distintas compañías era de no menos de cinco semanas. Así pues, una vez asumido que no había otra opción, me dispuse a recorrer de nuevo la infame carretera de los huesos. Sin saber si la moto podría sobrevivir otra vez a esos infernales 2.100 kilómetros de tierra, polvo y barro, y con la presión de una meteorología cada vez más complicada, que en cualquier momento podría hacer intransitable la ruta».

«Tratando de aprovechar una pequeña ventana de buen tiempo que ofrecían las previsiones los siguientes tres días y con el recuerdo de la ida aún fresco, me dispuse a recorrer las tres jornadas de moto-enduro más duras de mi vida. Ya el primer día atisbé los primeros copos de nieve que anunciaban el fin de las posibilidades de alcanzar Magadan en moto en este año. Con temperaturas cercanas a cero grados en julio y recorriendo una de las zonas más frías e inhóspitas del mundo conseguí llegar a Yakutsk al anochecer del tercer día. Al amanecer del día siguiente un tremendo aguacero justificó por si solo la sabía decisión de recorrer ese complicado tramo lo antes posible. Sin embargo la dureza del tramo había pasado factura a la moto y tenía varias fracturas en el chasis, problemas con la bomba de combustible y la cadena completamente desgastada», especifica Jesús Nieto.

«La ciudad más cercana con recambios para mi moto, Irkutsk, estaba a unos 3.000 kilómetros de distancia. Así que crucé los dedos y durante varios días recorrí dicha distancia recibiendo todo la ayuda de cuantos me encontraba por allí, los cuales tan pronto me invitaban a beber vodka, a sus hogares cuando no había hotel donde descansar o incluso a hacer un peligroso apaño en la cadena para poder continuar una jornada más. Finalmente conseguí llegar y arreglar casi todo. Además, cambié las ruedas que ya estaban casi en los alambres», indica Jesús.

Jesús Nieto posa en el Monumento del Elefante en Magadan. DL

Depués relata: «Superados todos esos inconvenientes me dirigí a la capital de Siberia, Nobosibirsk. Aparte de ser la típica ciudad rusa y de unos cuantos interesantes monumentos, puedo decir que es la ciudad de cuantas he visitado en mi vida con las mujeres más bellas, aunque todavía no llegan al nivel de la que me esperaba en León. Sabedor de que ya estaba en la parte final del viaje, decidí volver a entrar en Kazajstán para visitar su capital y todo el norte del país. Astaná es una impresionante ciudad construida desde cero con los petrodólares y un ejemplo de urbanismo impresionante. La alineación del palacio presidencial con los principales monumentos al amanecer y al atardecer crea unas estampas difíciles de olvidar».

Jesús Nieto expone la continuación del viaje de vuelta: «El siguiente objetivo fue Uralsk, en la orilla oeste del río Ural y por lo tanto ya en continente europeo. Tras esto, puse dirección a Saratov, en Rusia. Tuve la mala suerte de que mientras visitaba el centro una grúa me llevó la moto por estar mal aparcada encima de la acera y tras el susto, un engorroso tramite en la comisaría y el pago de unos 30 euros conseguí recuperarla. Solucionado el incidente puse dirección a Moscú, donde aproveché para visitar otra vez la ciudad y el impresionante museo de tanques de Kubinka, donde hay expuestas piezas únicas en el mundo como el Mauser, el mayor carro de combate de la historia. No quise alargar mucho más la visita allí pues Ucrania estaba lanzando drones explosivos y durante mi estancia alcanzaron por dos veces la ciudad así que me dirigí a Letonia y crucé la última frontera del viaje sin mayor problema».

Finalmente, ya a salvo, Jesús Nieto comenta: «Una vez en territorio UE fui recorriendo poco a poco Lituania, Polonia, Austria e Italia, donde paré a ver a unos queridos amigos cerca de Padova y de Pisa. También tuve la suerte de recibir la invitación para visitar la factoría de Pakelo en Verona, una de las principales y más punteras empresas del continente en materia de lubricantes. El resto fue bastante sencillo y finalmente, tras 3 meses, más de 40.000 kilómetros y 18 países, llegué a casa habiendo cumplido uno de los sueños de mi vida». Una aventura que Jesús Nieto ha vivido en primera persona.