Diario de León
Sergi Roberto celebra su segundo gol frente al Almería, el tanto del triunfo del Barça. ALEJANDRO GARCIA

Sergi Roberto celebra su segundo gol frente al Almería, el tanto del triunfo del Barça. ALEJANDRO GARCIA

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El Barça sufrió de lo lindo ayer (3-2) para ganar al colista en casa. El conjunto que dirige Xavi Hernández se impuso en el tramo final al Almería en Montjuic en un partido que reflejó muchas de las frustraciones del equipo azulgrana esta temporada. Los culés se adelantaron en el marcador hasta en tres ocasiones gracias a un tanto de Raphinha y a un doblete de Sergi Roberto, pero evidenciaron una vez más falta de pegada en ataque y una alarmante fragilidad en defensa.

El campeón tenía prohibido fallar. Esa era la sensación que sobrevolaba el Lluis Companys y la que quiso transmitir Xavi primero en la víspera y después en el once inicial.

Los culés dominaban, pero cada galopada de los jugadores de Gaizka Garitano generaba runrún e incluso pitos de la afición azulgrana. Los nervios se apoderaron de un Barça incapaz de tener el control y no se fueron ni siquiera cuando se adelantó en el marcador después de que Raphinha cazara un rechace en el área. Ni por esas. El Almería palpó la angustia local, se creció y logró el empate en un balón al espacio que Baptistao aprovechó para batir con una vaselina a Iñaki Peña y desatar una nueva tormenta en la parroquia culé antes del descanso.

Tras la reanudación Xavi quiso atajar el problema por lo sano. El entrenador catalán introdujo a Koundé y Ferran Torres y retiró a Christensen y Joao Félix, desapercibido. Los cambios le sentaron bien a su equipo, que tuvo una mayor velocidad en los últimos metros y comenzó a poner en aprietos al Almería. Avisaron Ferran Torres y Lewandowski con disparos que atajó Maximiano y tanto fue el cántaro a la fuente que al final el premio llegó en un saque de esquina, que no era tal, en el que Sergi Roberto se anticipó a todos y conectó un cabezazo imposible hasta para el meta portugués, héroe de la tarde hasta ese momento.

En otra época el Barça hubiera puesto anestesia al partido, pero eran otros tiempos. Los rondos interminables de Busquets, Xavi e Iniesta han dado paso a un equipo incapaz de dormir los partidos gracias a la pelota y que a menudo sucumbe a un correcalles que es una moneda al aire. Ante el Almería le volvió a suceder.

Iñaki Peña y Araujo chocaron en un lance aéreo y el balón le quedó muerto a Édgar para que marcara a placer y dejara en shock al Lluis Companys. A partir de ahí, quién lo iba a decir, la épica.

El Barça se volcó, acumuló futbolistas y Sergi Roberto batió en los instantes finales a Maximiano para desatar una locura inesperada ante el colista, lograr tres puntos fundamentales y aparcar, al menos en cuanto a resultados, la crisis hasta el año que viene.

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