Diario de León

Real Madrid 1 Leipzig 1 Un gol de Vinicius le sirve a los blancos para sellar el pase a cuartos ante un rival que cerró la vuelta con un empate en el Bernabéu

Sin sufrimiento no hay premio

Vinicius, autor del gol del Real Madrid en la vuelta de los octavos de final frente al Leipzig, intensa regatear a un rival. JUANJO MARTÍN

Publicado por
ÓSCAR BELLOT
Madrid

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FÚTBOL

Un Real Madrid desconcertante, sin trazas de su proverbial jerarquía en Europa, sobrevivió de milagro a un Leipzig (1-1) con más burbujas que mordiente y estará en los cuartos de final de la Liga de Campeones.

El conjunto de Chamartín, desnaturalizado por el conservador planteamiento de Carlo Ancelotti, ofreció la actuación más deslucida de la que ha sido testigo el Santiago Bernabéu en mucho tiempo y tuvo puesta la soga al cuello hasta el último suspiro. Un gol de Vinicius, de nuevo ángel y demonio, permitió adelantarse a un equipo, hasta entonces, mortecino. Pero Orbán, rey de los cielos frente al Real Madrid más terrenal que se recuerda, igualó de inmediato.

El Leipzig, ardoroso aunque cándido en el área, apuntó los fusiles y desencadenó un tiroteo. Dani Olmo tuvo el 1-2 en el descuento con una vaselina. Lo evitó el travesaño, último refugio de un Real Madrid desconocido que escapó a duras penas a un Leipzig sin colmillo.

La energía debía ser un factor capital frente al equipo de las bebidas energéticas, aunque lejos de morder al Leipzig como aventuraba Carletto, el Real Madrid ofreció una actuación exangüe frente a un Leipzig animoso en cuanto encontraba un resquicio para lanzarse a la carrera, aunque casi siempre romo. Jugar a conservar la renta suele ser un mal negocio, especialmente cuando enfrente aparece un rival desprovisto de cualquier tipo de complejos. El Leipzig, bravo por naturaleza, atisbó un adversario manso y enseñó las astas. Hasta tal punto llegó la falta de sangre de su equipo que el Bernabéu, un estadio acostumbrado a enardecerse en las grandes noches, no tardó en responder con sonido de viento al plomizo baile que proponían los blancos. Cierto es que al Leipzig le faltaba fuste para arrimar las brasas, porque de otra forma el asado ya hubiese estado bien pasado a esas alturas de la cena. El encargado de echar agua a la hoguera fue, cómo no, Bellingham, que lanzó una contra eléctrica y cedió a Vinicius el honor de rematar la faena con su decimoquinto gol del curso.

No se dio por muerto el Leipzig, que alcanzó el empate de inmediato. Lo impidió Rüdiger en primera instancia tras disparo de Xavi Simons, pero Orbán, girando el cuello tras cazar un centro de Raum desde banda izquierda, volvió a dar vida a la eliminatoria conectando un testarazo a la esquina. El intercambio de golpes descamisó el duelo, encendió definitivamente al Leipzig y provocó un tembleque monumental al Real Madrid, que perdió la capa de la experiencia y se asomó al abismo. Eso sí, su conectando un testarazo a la esquina. El intercambio de golpes abrió el duelo, encendió definitivamente al Leipzig y provocó un tembleque monumental al Real Madrid, que perdió la capa de la experiencia y se asomó al abismo. Eso sí, supo aguantar para lograr el billete a cuartos.

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