Diario de León

Nadal, el principio del adiós

El tenista balear no pudo firmar su enésima resurrección en la pista central de Roland Garros, donde cayó ante un sólido Alexander Zverev en la primera ronda

La grada aclamó a Rafa Nadal tras la derrota ante Alexander Zverev en el Roland Garros. BADRA

Publicado por
Luis Miguel Pascual
León

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Tenis | Roland Garros

No fue un adiós oficial, porque Rafa Nadal se negó a recibir el homenaje que Roland Garros tiene tantas ganas de darle, pero la derrota del español ante el alemán Alexander Zverev tiene visos de conducir al adiós de una leyenda. El resultado, 6-4, 7-6 (5) y 6-3, fue tan inapelable como el partido, que tuvo un único dominador, salvo un intento de rebelión del español en las postrimerías del segundo set y en el inicio del tercero, que acalló el germano elevando el nivel para no dar esperanzas a su rival y a la grada que lo aclamaba.

Al de Mallorca le puede quedar otra cita con ese escenario, esta vez en los Juegos Olímpicos, y él se ha obstinado en dejar claro que no cierra la puerta a seguir compitiendo el año próximo, aunque matizó que es poco probable.

A lo largo de los años, el tenista de Manacor, que el próximo día 3 cumplirá 38 años, ha conquistado el Grand Slam de arcilla, tanto en títulos como en el calor del público, hasta que lo ha convertido en el territorio sobre el que ha levantado su imperio.

Entre el irreverente adolescente que irrumpió en 2005 con una cinta en el pelo, su media melena, su camiseta sin mangas y el pantalón pirata y el respetable padre de familia que ahora pasea su doctrina por París han pasado 14 títulos, solo cuatro derrotas, 116 partidos, muchos silbidos del público, muchos más aplausos y una estatua que marcará, para siempre, una historia irrepetible.

Nadal es Roland Garros y Roland Garros será siempre Nadal, porque ningún otro tenista ha dominado con tanta fuerza un torneo como el español lo ha hecho en París, a base de perseverancia, talento, fuerza y dedicación.

Pero también con su amabilidad, su simpatía y una humildad que han acabado por convertir al intruso en el ídolo de los aficionados. El balear ha dado una lección de conquista, porque no se ha limitado a dominar en la pista, también ha querido granjearse el favor de un público que no tenía asegurado. En ambas batallas ha salido vencedor.

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