Diario de León

Honores en un paseo triunfal para los héroes de la Eurocopa

Homenaje a los tetracampeones La selección campeona de Europa cerró su celebración con un baño de masas en la tradicional fuente madrileña tras su desfile multitudinario por las calles de Madrid en un autobús descapotable

Morata con el rey Felipe, la princesa, la reina y la infanta. SÁNCHEZ

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JAVIER ASPRÓN
León

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Ni la fatiga ni las intensas emociones vividas en Berlín pudieron con ellos. Doce años después de la última, la selección masculina celebró por todo lo alto la cuarta Eurocopa de su historia. Lo hizo acompañada por una afición volcada con su equipo nacional, deseosa de salir a las calles para aclamar a unos jugadores que ya forman parte de la historia del fútbol español.

Decenas de miles de personas siguieron el recorrido del autobús descapotable que llevó a los internacionales hasta la Plaza de la Cibeles en un largo trayecto que comenzó con las visitas institucionales a los palacios de la Zarzuela y de la Moncloa, donde fueron recibidos por la Familia Real al completo y el presidente del Gobierno. Después se desató la fiesta, coronada en el escenario situado frente al Palacio de Comunicaciones, sede del Ayuntamiento de Madrid, donde los futbolistas se sintieron en su salsa. Allí se cantó, se gritó y hasta se habló del futuro, del Mundial 2026 que ya asoma en el horizonte y de la ilusión renovada de coser una segunda estrella a la camiseta.

Fue un día largo de verdad, al igual que lo fue la noche anterior. Y tanta actividad se reflejaba en los rostros de los jugadores, mezcla de cansancio y excitación por el momento que les tocaba vivir. La expedición aterrizó en España pasadas las tres de la tarde, una hora después de lo previsto pues hubo retraso en la salida de Alemania porque las medidas de seguridad fueron estrictas. Álvaro Morata y Luis de la Fuente fueron los encargados de salir los primeros con la copa una vez se abrió la portezuela. Hubo una comida privada y los internacionales pudieron descansar un rato antes de encaminarse hacia la primera parada, el Palacio de la Zarzuela. Fueron recibidos por los Reyes y sus hijas. Tanto la princesa Leonor como la Infanta Sofía vestían la camiseta de España con el ‘10’ de Dani Olmo a la espalda. También Doña Letizia escogió un traje de color rojo para la ocasión. «Gracias por vuestro esfuerzo, por jugar como jugáis, por esa vitalidad y espíritu de equipo», dijo Felipe VI a los grandes protagonistas del día tras recibir de regalo una camiseta con el dorsal ‘4’ y la leyenda ‘Reyes de Europa’. «Vuestro legado es inmenso. Gracias por lo que habéis regalado a toda España, que nos venía bien una alegría», admitió el monarca.

Para entonces el programa inicial ya llevaba cierto retraso, y los aficionados que abarrotaban la Cibeles desde horas antes intuían que los esperaba una larga espera. Así acabó siendo. Mientras, el autobús de la selección tomó rumbo a su siguiente destino. Pedro Sánchez, presente en el Olímpico de Berlín. Cumplimentadas las visitas institucionales, la selección cambió, ya sí, de autobús y comenzó la rúa por las calles de la capital.

Saliendo de Moncloa, los campeones se dieron su primer baño de masas en la calle Princesa. «¡Sí, sí, sí, la Copa ya está aquí!», «¡España, España!» y «¡Yo soy español, español, español.!» fueron los cánticos más repetidos por los aficionados agolpados en las aceras y apostados en los balcones.

Luego, desde Alberto Aguilera se bajó por los bulevares hasta otro punto emblemático, la plaza de Colón, escenario de otras celebraciones históricas. Previo paso por Serrano, el equipo llegó pasadas las nueve de la noche a la Puerta de Alcalá, repleta también de gente a la que le resultaba imposible acercarse más hasta Cibeles. Se acercaba el gran momento. En la plaza donde el Real Madrid celebra sus triunfos era imposible que cupiera un alma más.

La euforia crecía encima del autobús, con Lamine Yamal y Nico Williams organizando los bailes a sus compañeros, con Cucurella con la melena recogida en un moño para mitigar el calor, con Morata interactuando más que nadie con los aficionados... Y entre todos ellos, un hombre feliz, Luis de la Fuente, que no se despegaba de sus hombres de confianza y saludaba con ganas a la gente. Cuando el autobús por fin enfiló la calle Montalbán y atisbó la fuente de la diosa se desató la apoteosis.

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