Un pusilánime equipo vigués puso el triunfo en bandeja al Real Madrid
Los nombres sedujeron al Celta
El Celta pagó unos primeros minutos de despiste defensivo marcados por un intenso respeto a los nombres de rival, con más disposición a pedirles un autógrafo que a meter la pi
Precisamente por esa fragilidad defensiva mostrada por los zaga celeste en las penetraciones de Raúl o Ronaldo llegó el gol del brasileño en un balón que se le permitió controlar al madrileño con toda calma. La suerte en el disparo, que golpea en un defensor, complicó el despeje de Cavallero y Ronaldo estuvo al quite para finalizar. Con un trabajo bien escaso, el Real Madrid logró ponerse por delante y tan solo Gustavo López daba réplica en un Celta acogotado al que le costó muchos minutos salir del letargo. Tal fue que, en otra acción aislada de un Real Madrid dominado territorialmente, Ronaldo pudo agrandar la diferencia con todo a su favor, pero su toque no tomó el efecto deseado y perdió una clara ocasión de encarrilar la victoria. Poco a poco, el equipo de Miguel Ángel Lotina se fue convenciendo de sus posibilidades en el partido e incrementó su acoso sobre la meta de Iker Casillas, trenzado jugadas de mérito pero sin la capacidad necesaria para definir. En la segunda parte, el Celta de Vigo se siguió gastando en una inútil batalla que tenía muchas dificultades para ganar dada su inoperancia en los metros finales. Al Real Madrid le bastó con controlar y no perder el sitio en defensa. De esta manera, las únicas opciones de los vigueses se ciñeron a las jugadas a balón parado aunque solo una cabeceada por McCarthy desde muy cerca obligó a Casillas a realizar la parada de la noche. Las pocas ideas célticas y el conformismo madridista abocaron al choque a una fase de aburrimiento extrema. Dolía ver la impotencia del Celta pero también la indolencia de un Madrid que solo recuperó el instinto asesino con la entrada de Guti. En los compases finales los celestes perdieron la fe ante su propia negación y el Real Madrid dispuso de alguna ocasión para dar la puntilla, pero tuvo la deferencia de dejar las cosas como estaban sin el que el marcador sufriera más variaciones, aunque suficiente para anotarse los tres puntos y sumar su sexta victoria consecutiva.