Una estrella que vuelve tras lograr la estabilidad con Graf
A sus 32 años y nueve meses parece más joven que otros de menos edad. Andre Agassi ha saltado de nuevo al primer plano de la actualidad con su exitosa actuación en el Open de Australia 2003. Sus allegados sostienen a machamartillo que el resurgir del formidable jugador se ha debido fundamentalmente a la estabilidad que ha dado a su vida el matrimonio con Steffi Graf. Esa parece ser la clave mágica, aunque en el fondo está, por supuesto, la capacidad de acción demostrada por el propio jugador de mucho tiempo a esta parte, desde, por ejemplo, el año 1997, porque en el mes de noviembre de entonces Agassi ocupaba el puesto 141 del mundo y ahora aparece en la segunda plaza del ranking. Si en su momento, tras aquella fase para olvidar, se metió en el gimnasio y la sauna para ponerse a punto y perder once kilos, en estos tiempos que corremos tanto Darren Cahill, su entrenador -que antes fue de Lleyton Hewitt y Gil Reyes-, su preparador físico, han trabajado a fondo para tener al de Las Vegas en la mejor condición. Los resultados se ven. Ese triunfo en el Open de Australia, alcanzado con clara superioridad sobre todos y cada uno de sus rivales, constituye la mejor prueba de que los esfuerzos conjuntos de los dos principales colaboradores del tenista han hecho diana en la meta propuesta. Atrás ha quedado su relación con la actriz Brooke Shields, que le hizo perder concentración. Atrás quedó también Barbra Streisand. La realidad evidencia que Agassi mantiene el tipo pese al acoso de rivales más jóvenes con talento.