La recurrente teoría de la «mano negra»

Simón Pérez volvió a esgrimir el viernes un razonamiento que ya ofreció semanas atrás, coincidiendo entonces con una lamentable actuación arbitral en El Toralín. En esta ocasión, sorprendió un poco más que Simón exhibiera ese sentimiento victimista porque la actuación del gallego Jiménez Alberto, sin ser de sobresaliente, tampoco puede calificarse como decisiva para el desenlace del encuentro. De hecho, el entrenador canario Toni Cruz, también reconoció haberse enfadado con el árbitro en varias ocasiones. Simón no quería ahondar demasiado en las razones por las que volvió a repetir que a su equipo no le respetan. Sin embargo, después aclaró en parte su evidente malestar «este equipo con el que hemos jugado hoy (Pájara Playas) ha accedido a adelantar su próximo partido al viernes, a petición del Real Madrid B; nosotros también hemos pedido adelantar nuestro partido, no ya al viernes si no al sábado y casi se han reido de nosotros». Seguramente en su subconsciente estaba también la sanción que le ha correpondido a Ramón Pereira por su expulsión ante el Atlético de Madrid B, demasiado rigurosa de acuerdo con el acta arbitral, una sanción que no ha sido reducida por Apelación, mientras que a otros equipos sí se les atienden sus recursos y ven cómo a sus jugadores se les retiran tarjetas que hubieran acarreado sanciones disciplinarias. Es verdad que la Deportiva ha sufrido reveses arbitrales, es cierto que los blanquiazules se han visto perjudicados a veces, pero de ahí a pensar que existe una «mano negra» encargada de hacer daño voluntariamente a la entidad, suena un poco a chufla. A veces, para que a uno le respeten lo mejor es hacerse respetar.