El Barça suma y sigue en Europa

De inicio, la tensión era interista y la calma azulgrana. El planteamiento estaba servido. El Barça cambiaba al lesionado Overmars por Rochemback. El resto no variaba ni un ápice. En cambio, Héctor Cúper se veía abocado a alguna modificación para intentar atar en corto a Kluivert y Saviola, que tantos problemas le habían causado en Barcelona. Cúper optó por cerrar el grifo visitante. La zona central con Cannavaro y Gamarra recibía la ayuda de los laterales. Saviola y Kluivert lo tendrían crudo para generar peligro. Sin Overmars, el Barça carecía de profundidad y el técnico argentino lo tenía muy claro. Cerrando la movilidad de las puntas azulgrana, el Inter apuntalaba la defensa. El resto era otro cantar. El Inter salió mordiendo como un animal en celo. Necesitado de una victoria para no ver peligrar su clasificación para los cuartos de final, Cúper alineó un equipo algo más ofensivo. Los italianos eran incapaces de generar peligro y, segundo a segundo, su agresividad iba perdiendo fuerza. Dicho y hecho. Bien situados y con exquisita concentración, el Barça daba mayor sensación de peligro. Rochemback y Gabri, con dos disparos desde la banda derecha, pudieron marcar. El público interista, un tanto a la greña con sus jugadores, aumentaba la presión sobre su equipo. Dalmat y Morfeo eran el centro de sus críticas. El Inter acusaba la tensión y perdía potencial. Mejor que llegara el descanso. Los italianos eran una sombra de equipo. El Inter repitió inicio en la segunda mitad. Los de Cúper salieron con las pilas cargadas. Vieri apuntaba la inminente presión con un cabezazo que no fue gol de verdadero milagro. La advertencia era contundente. El Barça no debía perder el equilibrio si no quería verse contra las cuerdas. Viendo la salida en tromba de su rival, el Barça quiso bajar el ritmo. Su intento resultaba infructuoso. Dalmat ponía nuevamente en apuros a Bonano. El duelo entraba en la fase más vibrante. Las acciones se sucedían mientras Cocu y Dalmat se retiraban lesionados. El Barça se sometía al dominio interista incapaz de recuperar el ritmo más adecuado para sus intereses. Con Puyol y Gabri a pleno rendimiento, Antic introducía a Riquelme para hacerse con el esférico. La renovación surtió efecto. El Barça recuperaba aliento. Había sido capaz de aguantar el chaparrón y levantar el vuelo en un accidentado partido. Un choque de cabezas entre Frank de Boer y Puyol lesionaba al canterano. Andersson volvía a los terrenos de juego tras nueve meses. El derroche físico entraba en escena. El tramo final de un duelo muy táctico mostró al mejor Gabri de la temporada. El Barça estaba a un paso de seguir con su racha europea. El Inter estaba tocado y hundido. El empate era un justo premio al orden azulgrana y una recompensa merecida al escaso fútbol de un Inter muy errático.