Asesor, intérprete, delegado...

Nada nuevo en el planeta deportivo, más usualmente en territorio futbolero. La figura del asesor arbitral, como relaciones públicas esencialmente, ha sido utilizada por clubs de categoría, también criticada con mordacidad por algún gran sakem de comentarista, hablado o escrito. Recibir al colegiado de turno amablemente, estar presente en determinados momentos como antiguo colega en otros tiempos. Nada que alegar a la cortesía en el recibimiento y cuidado de las relaciones públicas. En las escuelas de turismo se estudia para ello. Lo que no parece muy lógico es que se recurra a quien ha sido cocinero antes que fraile para ocupar la plaza. Sin dudar absolutamente de nada y de nadie es muy prudente tener siempre en cuenta el dicho sobre la mujer del César. En principio se dijo del señor Amigó (con acento en la o) que ejercía de asesor. Ahora, el mismo, evade la asesoría y hable de su función como intérprete por conocer varios idiomas, o sea que es un políglota. También apunta que ha ejercido de delegado en Ucrania. Un polifacético. Todo me parece correcto; pero la suspicacia que, ha dado paso a la polémica se da en la circunstancia de buscar lejos cuando los tiene que haber, con esas particularidades, bastante cerca, y por añadidura a quien ejerció como árbitro de primera fila. Como si en Ciudad Real, o en sus aledaños no hubiera relaciones públicas, políglota o traductor de profesión, o de devoción, ajeno a las lides balonmanistas en el pasado y en el presente. Seguro que de haber sido así, nada ni nadie tendría tema para hacer o haber hecho comentarios más o menos afortunados, entre ellos el de un alto cargo de la Liga Asobal. Por todo, es lógico convenir que, cuando menos, la elección no ha sido muy afortunada. Con polémica o sin polémica es obvio que Ademar va a tener un partido complicado, muy difícil, el sábado en Ciudad Real. Se palpa en el ambiente, en el nerviosismo, en el comienzo de la «Romanina» de su entrenador Juan de Dios Roman a los jugadores, reunidos en el centro de la pista, durante el primer entrenamiento de la semana: «Señores, estamos en una situación límite»... Son cuatro los goles de diferencia, pudieron haber sido cinco de haber concedido los árbitros el quinto conseguido sobre el mismo toque de la bocina al final (otro punto para la polémica), con incidencia posiblemente tangible en el computo de la eliminatoria. Todo será de acuerdo con el desarrollo del partido y sus circunstancias, y requerirá que la aportación de los jugadores ademaristas sea, por lo menos, al cien por ciento de sus posibilidades. La eliminación sería dolorosa para Ademar; al parecer para el Ciudad Real sería una tragedia. Lo que está en juego es la presencia en semifinales de la Recopa. Mucho, bastante o suficiente de acuerdo con los objetivos y su adecuación a los presupuestos de ambos equipos. Ser o no ser... He ahí la cuestión. En cuanto al juicio de Veselin Vujovic, buen conocedor de la aguja de marear balonmanista, acerca de los árbitros yugoslavos que juzgaran el partido (son buenos para jugar fuera de casa), me acojo a lo que solía decir un querido amigo, no precisamente lego en cuestiones como ésta: Que no den nada ni a unos ni a otros, pero que tampoco se lo quiten.