Cerrar

Manuel Martínez, durante una visita a Diario de León, en sus inicios en el mundo del atletismo

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

Nunca, como en esta ocasión, he dado vueltas a un título como en la ocasión presente. Porque si la plenitud del logro le corresponde a Manuel Martínez, Carlos Burón, su entrenador, de siempre, es el orfebre que ha modelado la obra. Curiosamente una obra que tiene alma de artista y cuerpo y corazón y complexión de atleta. Título y momento. Cuando se están apagando, o al menos atenuando, el plural y poderoso grito de los elogios, tan sonoros como el que siguió a la eclosión del éxito, válvula de escape de la concentración y energía contenidas para lanzar el implemento a la distancia que valía, por un solo centímetro, una medalla de oro en el Campeonato del Mundo de Atletismo en Pista Cubierta. También cuando pienso que, Carlos Burón, el orfebre, ha estado en todo momento tapado, en las bambalina de la grada, sin quitar el mínimo protagonismo al atleta, total epicentro del éxito. Apenas si intuí su presencia en el leve apretón de manos, enfocado en breve ráfaga de la cámara de televisión. Y él era parte muy importante del logro y de la lucha tenaz sostenida, sin desmayo, por conseguirlo. También porque tampoco se ha contado y cantado su lucha para conseguir el CAR prometido, que quiero y deseo pensar ya próxima tangible realidad. Es una historia tan larga y tan vieja que ya llega estereotipada, al recuerdo, por la pátina del tiempo. Tiempos heróicos cuando forjaba otra de sus obras atléticas, Margarita Ramos, en el paupérrimo y destartalado foso de lanzamientos del Colegio de Huérfanos Ferroviarios de León, cuando el Estado Hispánico, inaugurado con la celebración de unos Campeonatos de España de Atletismo, se encontraba totalmente inoperante, de tal forma que sobre sus carcomidos graderíos y -el erial en que se habían convertido las pistas de ceniza-, florecía el amarillo jaramago, como en las ruinas de Itálica. En aquel foso en ruinas el orfebre modeló a la tantas veces campeona de España Margarita. Allí empezó, en edad infantil, su largo periplo Manolo, y allí comenzó Carlos su lucha. Sin que el desaliento aflorara nunca a la superficie de sus trabajos y lamentaciones. ¡Ah la continua lamentación que me hizo bautizarle como el Jeremías bíblico en sus trenos! Mi estimado, admirado y entrañable Jeremías. Ha pasado tanto tiempo que en tu cabeza ha decrecido el pelo y en la mía ha florecido el plateado de la senectud. Todo ha pasado, un poco o un mucho, menos el tesón renovado de tu lucha. El fruto ha llegado ya, o está a punto de llegar en la realidad de esa instalación idónea para poder hacer en plenitud tu obra. Y con ella, el florecimiento de nuevas Margaritas y nuevos Manolos, el coloso de León. Por dedicación, sapiencia y trabajo no va a quedar. ¿Qué añadir a lo muchísimo que se ha dicho ya del atleta...? Que al final ha recogido el premio a su constante trabajo y a su indomable espíritu de lucha derivado en una competitividad difícilmente igualable. No es la primera vez que Martínez consigue su mejor tiro en la última oportunidad. Tampoco será la última vez que le lleve a logros máximos, ya que la medalla de oro del Campeonato del Mundo, tiene por lógica que multiplicarse. Sin ir más lejos en los próximos mundiales al aire libre. Porque en Birmingham estaban presentes los mejores del mundo, tales como el campeón olímpico Arsi Harju, el campeón de Europa (¡ah el resbalón traicionero lanzando en Munich bajo la lluvia...!) Olsen, el ucraniano Bilonog, los estadounidenses Godina y Toth... Y, ya en el tiempo, porque Manolo se encuentra en la edad que marca la plenitud de los lanzadores... Felicidades para Carlos y para Manolo por el gran éxito logrado. También porque está a punto de convertirse en realidad el sueño iniciado por el primero y apoyado eficazmente por el segundo. Que obras son amores y no las poderosas y buenas razones que incansablemente han alimentado la incesante lucha de Carlos Burón.

Cargando contenidos...