OPINIÓN Marro
La leonesidad de la lucha leonesa
Para gran número de leoneses, más o menos aficionados, lo mejor de nuestra lucha es su apellido: leonesa. Denominación que -paradójicamente- llega a ser cuestionada por quienes debieran estar más implicados y comprometidos con su defensa. ¿Cómo es posible que un destacado exluchador, escribidor, licenciado Inef, profesor de la ULE y nosécuántomás, pueda expresar en letras de molde que considera «pomposa» una denominación de origen que casualmente coincide con la denominación de origen de la lucha leonesa? ¿Acaso identifica mejor lo de «los aluches, los luches o la luche»? En Canarias alucinarían, cuando su «Día de la Región» se convierte por encima de todo en una exaltación de su lucha canaria: no la exaltación de «la luchada». Así nos luce el pelo y en todos los órdenes. Aquí parece como si nos avergonzásemos de nuestra identidad leonesa. Institucionalizan un Día de la Comunidad para fundir las dos regiones que la integran en una sola castellanoleonesa. Y desde la lucha se les hace el juego claudicando (dejándose comprar mercantilmente ósea «vilmente vendidos a la esplendidez y generosidad limosnera de los señores del castillo») con un autodenominado campeonato regional, como si provincial no lo fuese ya regional. Pero desde Valladolid se trata de establecer que por encima de la provincia leonesa está la región -¿única?- castellanoleonesa: con guión o sin guión pero excluyendo la conjunción copulativa y. ¿Y en lo balonmanístico los medios pucelanos no se refieren al «derby regional»? Será más bien al derbi a secas (Madrid/Barcelona...) o inter-regional pero nunca regional al modo Sporting/Oviedo o Celta/Coruña. Pero en lo futbolístico llega más lejos la colonización autonómica al hacer aparecer en las camisetas del Real Valladolid nada menos que Las Médulas, nuestras Médulas bercianas y leonesas. Ya se sabe, ir asumiendo poco a poco nuestra condición de colonizados. Todo con naturalidad, normalidad, ante el más generalizado de los silencios. Un estado de situación que, aún impuesto, llega a no parecerlo de tanta bendición mediático-propagandística. Que se asume como algo inevitable, con resignación y fatalismo. Lo dicho, como contrapunto sólo el silencio cazurro. Que para colmo no resulta políticamente correcto enfrentarse a la corriente ortodoxa, a la ortodoxia de los pseudoprogres de la falsa progresía. ¡Ya está bien de interiorizar cazurramente! A los quiméricos, utópicos e idealistas -de lo que tan a menudo se nos tilda- nos van las causas perdidas. Para las «causas ganadas» sobran defensores y con pedigrí: los Quijano, los Del Olmo, los Martín Villa, los Rodrigo de Santiago o María Dolores Otero (¡a buenas horas mangas verdes!), los pesebreros, los traidores a León por un plato de lentejas (castellanas naturalmente). En clave de lucha leonesa sería muy revelador (otra revelación más) que el bueno de Carlos Carande -a la sazón presidente de la gestora de la lucha- relatase el cúmulo de desprecios de que fue víctima cuando acudió a Valladolid en busca de ayuda para acudir a la Olimpiada Cultural de Barcelona-92. Desencantos y sinsabores sin cuento por cuenta del Pedro Sagrario de turno que llegaría a proclamar que «aquí estamos de la lucha leonesa hasta los mismísimos... Y tendría que figurar ya de una vez como castellanoleonesa». Quienes viven a cuenta de esta autonomía impuesta a los leoneses, o quienes miran continuamente a Valladolid pensando en sus medros políticos, cuánto sentirían no haber incluido en el equipaje de nuestro gran Manolo Martínez (o Manolo Martínez El Grande de León) la bandera de los Castillitos para con ella dar la vuelta de honor en el coliseo de Birmingham. Pues ya verán como capitalizan autonómicamente su Medalla de Oro, aunque ni se hayan aproximado a su «almacén de lanzamientos». Les emplazamos para comprobar que, sin pudores llegarán los autonómicos honores. Al tiempo. ¿Nos venderán también que la mitad de las 6 medallas mundialistas han sido logradas por atletas de esta comunidad de Castilla guión León? Pues para el leonés-leonés le hace exactamente la misma ilusión que el medallista sea de Palencia o de Valladolid o que lo sea de Sevilla o de Madrid (acaso únicamente se decantase un poco más por lo asturiano por aquello de que la cordillera une más que separa). A pesar de todos los pesares, inasequibles al desaliento, desde aquí se seguirá denunciando los intentos de disolución y/o usurpación de la identidad leonesa en la línea en que reivindicamos la leonesidad de la lucha leonesa. Sin dejarnos intimidar por nada ni por nadie, ni tan siquiera por los premonitorios versos de aquel alcalde republicano de Sahagún, Benigno Pamparacuatro (escondido, detenido y fusilado en agosto del 36 precisamente aquí al lado en San Andrés del Rabanedo). La mayor inocentada es hacer labor honrada para la masa oprimida en una tierra dormida que no se entera de nada.