Las cábalas en torno a mínimas novedades en el once animan la tarea de la selección en León
Sáez se recrea en los interrogantes
León inventó un sol reluciente y enorme para animar la sesión matinal de entrenamiento del equipo nacional, y Sáez lo agradeció dotando de dos o tres arg
Sólo puede haber dos apuntes que alteren la monotonía de una sesión de la selección. Que los jugadores se acerquen a la banda (griterío asegurado entre las decenas de púberes que pueblan la grada) o que al seleccionador se le ocurra ponerle peto a quien no entraba en las quinielas del once de salida. Y como a Sáez le dio por enfundar de naranja el pecho de Raúl Bravo, Valerón, Joaquín y Baraja, pues lo justo. La mañana del lunes resultó una repetición de la tarde del domingo, pero con más gente -en la cancha-. El combinado nacional se repartió en dos bloques. Los titulares de Kiev se dedicaron al fútbol-tenis en el fondo norte de Puente Castro, y a los que piden la oportunidad, se les surtió de otra sesión de toque, carrera, tiro a puerta y penalties. «Armenia tiene cuatro o cinco zurditos que la doman muy bien, ojito». El aviso de Iñaki Sáez ante el puntual corrillo de periodistas que se improvisó en banda, suena a voluntad de dotar al rival en los papeles de la categoría que no se le encuentra en la calle. «Antes, vamos a ver un video del Grecia-Armenia (2-0) porque cuando juegan fuera, cambian bastante». Así que puestos a modificar, Sáez sugirió un posible trueque entre Xavi y «Pipo» Baraja, y abrió el turno a las especulaciones. Que si Valerón o Tristán darán relevo a Guti, que a Raúl Bravo se le ha puesto más cara de titular que a Aranzábal, que si Joaquín le ha dicho a Etxeberría que le deje un sitio en el once... De Valladolid llegó la única novedad que sacudió la mañana leonesa. El pucelano Baraja abandonó la cancha antes de tiempo, con un mínimo problema en el talón. De no mediar tal incidencia y un par de saludos de Valerón y Tristán a la concurrencia, poco se hubiera llevado a la boca el personal. El hermetismo del plantel reduce a las comparecencias pactadas ante los medios las únicas manifestaciones externas. Otra vez una espontánea probó fortuna y se lanzó al césped a la caza del autógrafo, pero el placaje de rugby que le cayó de manos de la vigilancia de seguridad acabó con el asunto. Nada, en definitiva. En torno al asunto de la venta de entradas reina el silencio. Ayer hubo colas de nuevo en las inmediaciones del estadio, a la búsqueda inútil de una entrada, y en lo que crece la indignación externa, aumenta el mutismo interno. No ha pasado nada. A la misma hora que Joaquín revolucionaba la grada a base de lanzamientos de penalti, Armenia se personaba en León, en medio de la más absoluta indiferencia. Normal. Al sevillano terminó de conocerle España entera el día que falló un penalty que acabó con el periplo del equipo en el último mundial. Saber que la capital de Armenia es Erevan, casi es de Trivial.