EUROCOPA 2004
Iker Casillas fue otro de los más coreados por la chavalería que se congregó en el Palacio de Deportes. Atendió a sus incondicionales siempre con una sonrisa en su rostro. Algunos portaron guantes para que el guardameta de la selección y del Re
momentos el corazón a más pulsaciones de las normales. Todavía con el gesto nervioso en sus rostros. Seguramente, es la impresión al convertir un sueño en realidad. Después, una vez pasado el sofoco, de nuevo en sus asientos, los niños comentaban en corrillos lo que habían conseguido de los jugadores españoles. «¡A mi me firmaron Casillas, Raúl, Cañizares y Etxeberría!. Los mejores», matizó con alegría el más pequeño del grupo. «Anda, pues a mi Tristán, que es el que marca los goles mejores», apuntilló otro de la cuadrilla. Las caras a la conclusión del acto hablaban por sí mismas. La alegría y el haber conseguido estar unos breves minutos con sus ídolos confirmaron la importancia del acto. Otro de los que salía por la puerta con algo grande fue el que recibió un autógrafo de Raúl en una fotografía con los históricos del Real Madrid. Las risas y las caras encendidas de entusiasmo de los pequeños valieron por toda una vida. Por la noche, los niños contaron a la almohada el cumplimiento de su dulce sueño. Algunos jugaron un partido con las estrellas en su mejor noche. Supieron que algunas si se pueden alcanzar con la mano. Raúl González algún día tuvo las mismas sensaciones.