El Pontevedra arranca un empate a la Cultural en León (0-0) y la saca de las plazas de play-off

. El encuentro se convirtió muy pronto en un toma y daca, con imprecisiones continuadas, propiciadas por el estado del terreno. Ninguno de los dos equipos quiso, en un principio, correr excesivos riesgos. Sólo en el tramo final del encuentro ambos bloques expusieron algo. Demasiado tarde. Los riesgos, para el otro. Ninguno de los dos equipos, ni Cultural ni Pontevedra, saltaron al campo con la intención de asumir demasiadas bondades en ataque. Los dos onces, con clara tendencia conservadora, iniciaron el partido con la idea de estudiar al rival. La medular se convirtió en la principal referencia del campo por la que transcurrió el choque. Mediocampismo que no sirvió de nada. Las malas condiciones del césped, motivado por las intensas lluvias caídas en la capital leonesa en los últimos días, hacía que las imprecisiones de ambos cuadros fueran lo más significativo del compromiso deportivo. Conforme se sucedieron los minutos de partido, el Pontevedra fue el primero que puso en peligro la portería de Rubio. Manu Busto se quedó solo delante del portero culturalista, pero no pudo llevar el cuero a la red, como consecuencia de que el balón se quedó debajo de los tacos del jugador del bloque gallego. Los de José Aurelio Gay no se quedaron en meras intenciones. Con un centro del campo trabajador, llevaron cierto peligro hacia las inmediaciones del área culturalista. Padín, con la complacencia de la defensa local, se encargó de penetrar hasta donde el área pierde su nombre, pero Suárez reaccionó a tiempo para despejar el balón a saque de esquina. Poco después Xaco lo intentó desde el borde del área, con un disparo ajustado, que se marchó fuera por escasos centímetros. La Cultural, mientras tanto, sacó fuerzas de flaqueza. Con una medular demasiada imprecisa, sólo César Villafañe trenzó algo de juego. El propio futbolista lo intentó a través del lanzamiento de una falta, que a punto estuvo de sorprender al meta visitante Martín Ragg. Sin embargo, el diapasón del encuentro no varió un ápice. Sistemas de uno y otro equipo sin ningún riesgo para llevarse el partido. Sólo un hombre adelantado en ambos cuadros. Pero escaso juego tanto para el local Redondo como para el gallego Javi Rodríguez. Las mejores situaciones para hacer gol llegaron de los centrocampistas, siempre mediante disparos muy lejanos. Diego Castro quemó el último cartucho antes del descanso con un lanzamiento desde dentro del área. Pero el pecho de Rubio lo blocó sin apuros.