Johnson ya tiene su venganza
Ben Johnson, en otros tiempos el ser humano más rápido del planeta, ha tenido que esperar quince años para encontrar consuelo en la situación embarazosa que el ex director de control antidopaje del Comité Olímpico Estadounidense, Wade Exum, ha puesto a Carl Lewis. Exum puso en manos de la prensa norteamericana documentos que revelan positivos de Carl Lewis y de otro centenar de deportistas estadounidenses que se archivaron, sin castigo para los implicados, entre 1988 y 2000. Johnson, que hubo de escuchar críticas feroces de Carl Lewis antes y después de los Juegos Olímpicos de Seúl''88, cuando estalló el escándalo de su positivo tras la final de 100 metros, medita emprender acciones judiciales contra el USOC si se prueba que autorizó a Lewis a participar en los Juegos de Seúl pese a haber dado positivo en tres controles antidopaje. Morris Chrobotek, abogado de Johnson, declaró al «Sydney Morning Herald» que todos los implicados en la ocultación del supuesto positivo de Lewis deberían ser procesados porque se trata, a su juicio, de «un caso flagrante de corrupción». El estanozolol, un producto anabolizante, le costó a Johnson no solo la pérdida de su medalla de oro olímpica y de su récord mundial de 100 (9.79), sino también la plusmarca universal (9.83) que había establecido cinco años antes en la final de los Mundiales de Roma. Lewis fue el beneficiario en ambos casos. Ahora, el abogado de Johnson piensa que Lewis debería devolver su medalla, lo mismo que el británico Linford Christie, que también tuvo problemas con los estimulantes en Seúl. Las acusaciones vienen de lejos Los cargos contra Lewis, abanderado de la lucha contra el dopaje, no son nuevos. En 1989, su compatriota Robinson, en su día plusmarquista mundial júnior de 400, acusó al «hijo del viento» de haber tomado anabolizantes. El ataque no prosperó. En enero de 1990 Lewis fue reconocido como nuevo plusmarquista mundial de 100 metros con su marca (9.92), aun cuando algunos miembros de la Comisión de Atletas se opusieron. Calvin Smith hizo un comentario enigmático que adquiere sentido con las nuevas revelaciones: «el verdadero plusmarquista mundial de 100 metros soy yo». Lewis continuó su campaña contra el uso de drogas en el deporte. La ausencia de Johnson, castigado, no mermó su aplicación. En 1992 Lewis llevó más lejos su rigor. Reclamó, en una entrevista con el diario suizo «Sport», un refuerzo en la campaña contra el dopaje mediante análisis sanguíneos y controles por sorpresa. La crisis del Comité Olímpico Estadounidense, y su reguero de escándalos, ha servido a Ben Johnson el plato frío de la venganza. La imagen del hombre por quien llegó a sentirse humillado ha dejado de ser impoluta.