La debilidad regresó al equipo en el peor momento

El primer partido del play-off había dejado un sabor de boca agridulce. León cayó al fallar el triple final, lo que causó gran desilusión, pero el vídeo levantó indignación al comprobar los pasos bilbaíno en su último enceste. Esa mezcla de sensaciones parecía que no había hecho daño en la plantilla. En el hotel de concentración se respiraba optimismo. Si Brown rinde a su nivel, no habrá problemas. Y León saltó a la cancha con esa actitud y durante los primeros instantes del partido parecía un equipo dispuesto a sufrir para ganar. Pero Javi Salgado empezó a castigar con sus tiros y León sacó a la cancha su peor arma: su debilidad. Si el miércoles el equipo se sintió ganador del primer envite hasta que el aro escupió el triple de Jorge, el viernes se sintió perdedor a los cinco minutos de iniciarse el choque. Cuando cayó la tercera personal de Brown, León hizo aguas. Nadie fue capaz de liderar al equipo y las iniciativas lanzadas desde el banquillo no dieron ningún tipo de resultado. León es blando psicológicamente y cuando las cosas se ponen cuesta arriba, el equipo se diluye. En los últimos partidos de la fase regular, los triples de Larragán impidieron varias debacles mentales. Ayer lo intentó y con mucho acierto Llorente, pero era tarde.