Uno ciego y otro tuerto
Ademar empieza a caminar por el lado de fuera en la línea que delimita el cupo de equipos que asisten a la Copa de Europa, y al Barça le ha surgido la vena altruista en dos de las tres salidas que decidían el nombre del campeón de Liga. Leonese
Jugó el Barça una primera parte de líder y al Ademar le salió la vena marista en la segunda. Solución: el marcador derivó en unas tablas que hubieran sido de justicia de no mediar un toque de corazón, no exento de reflexión, que sintetiza en la diferencia evidente de plantillas la consideración de que, de haber ganado la escuadra de casa, tampoco hubiera pasado nada. De no repartir puntos, el triunfo habría hecho más por quedarse en casa que por sentenciar el título de Liga León creyó más en la victoria, pero le faltaron matices para concretarla. A la falta de central se le sumaron las dudas en el arranque, y en el momento de la estocada, Kjelling se quedó demasiado solo en la responsabilidad de decidir. El Barça se durmió tras el intermedio, cedió a la presión de la grada y acabó aliándose con un par de acciones puntuales para no darse de baja del todo en la nómina de posibles campeones. Cadenas y compañía se enfrentan a tres guerras para defender el bronce en el podium; Valero y los suyos ponen cartel de final verdadera al Ciudad Real-Barça de la penúltima jornada. Y España lo celebra. Ida y vuelta El viaje de ida y vuelta en que se convirtió el partido tuvo color azulgrana en la primera parte. La velocidad y la seguridad hablaron catalán hasta el descanso, coincidiendo en tiempo y espacio con la inusual estampa del bloque local estropeando contragolpes en los pocos balones que cedió el 6-0 culé. En doce minutos (5-9) la máxima ventaja se fue al bando foráneo, con Masip, Jerome Fernández, Chtchepkin, Ortega y Franzen en el banquillo. (...) Que Perales tomara la dirección de la primera línea en lugar de Julio Muñoz no varió el signo del ataque -el 6/6 de Kjelling en la primera parte mantuvo a flote a León- si bien, un enganchón Nagy-Metlicic o el ingenio de Masip, arrancando la exclusión a Pistolesi, daban a entender que, en las entretelas del juego, también se hacía marcador. El croata se enfadó con el húngaro, por tratar de llamar la atención de los árbitros ante el lanzamiento de un objeto a pista. El capitán barcelonista supo neutralizar los efectos del castigo de dos minutos que acababa de caerle a Chtchepkin, y la vida seguía igual. Tampoco sirvió de mucho revolucionar el siete de casa con la irrupción en pista de Armand Torrego, Colón y Cartón. Colón y Vatne pasaron a hacerse cargo del 6-0 de casa y si el partido se comprimió entonces en cierta medida (14-15), el sentido de la responsabilidad de Masip, haciendo goles incluso en inferioridad numérica, frustró las expectativas de un descanso más igualado. Y ahí murió el líder. Ademar dejó al Barça en 12 goles para el resto del partido. Empecinado Valero Rivera en seguir apostando por el dúo noruego Hagen-Solberg para cocinar los lanzamientos de Nagy. Siete minutos después de tornar a cancha, Ademar pasó de las ventajas en contra a remar con el marcador a favor (20-19). Cuando Jerome Fernández y Masip recobraron su papel en el partido, volvió a la vida Metlicic, y la tónica de igualdad se rompió igual que la nariz de Julio Muñoz, que se llevó el enésimo empellón y dio con sus huesos (los propios de la nariz y los del resto de su anatomía) en el banquillo. Héctor, con la nariz taponada, Julio poniéndose hielo en la cara, Jerome Fernández de morros (hinchados) Skrbic ojo a la virulé mediante... El partido se estaba poniendo duro. A siete minutos y medio del cierre (27-25) Ademar se vio ganador, pero poco. León atascó el ataque en el momento menos oportuno, y obligó al Barça a realizar el esfuerzo supremo para no despedirse de la Liga. El 120% de las miradas se volvieron contra los árbitros. Aquí una defensa interior, allá un saque con signo cambiado. Entre los del Palacio y los de la televisión, la sombra del infarto planeó sobre media España. El lanzamiento de golpe franco ya con el crono a cero que cerró el partido no cambió la suerte del choque. A León le pareció que había perdido algo que era suyo y el Barça puso a ganar beneficio ajeno. Unos por otros...