UN TÍTULO QUE SE RESISTE
El Barça sabe que no siempre seguirla es conseguirla
El equipo de baloncesto más regular del continente aún no tiene el título más preciado. Paradojas del deporte. Así es; el Barcelona es el conjunto que más veces ha estado en una «Final Four», va en blanco.
Este año el destino le concede otra oportunidad y, posiblemente, con más ventajas que nunca: juega en casa -el Palau Sant Jordi- y dispone del jugador más determinante de Europa, Dejan Bodiroga. Como si se tratara de una confabulación de los augures, el conjunto que entrena Pesic goza de otro dato a su favor: los pronósticos no le dan condición de favorito. El equipo azulgrana se las verá mañana viernes (20.30 horas) con el CSKA de Moscú. Previamente (18.00 horas), el Montepaschi Siena y el Benetton Treviso dilucidarán quién es el primer finalista para el domingo (20.30 horas). Problemas graves para conseguir alguna de las 16.500 localidades de que dispone el Palau Sant Jordi anuncian un torneo espectacular y, al mismo tiempo, una ansiedad poco controlada de los seguidores barcelonistas. El equipo local se enfrenta a su histórica obsesión bien escudado en el ambiente y en la calidad de su plantilla. Su juego, hasta el momento, no ha sido demoledor, aunque ya se haya adjudicado la Copa del Rey, domine con claridad la Liga ACB y haya llegado a la cita de los mejores de Europa. Ese dato, lejos de disminuir sus aspiraciones, concede al conjunto azulgrana una ventaja psicológica importante: no está presionado por una clara condición de favorito, aspecto determinante en muchos de sus baldíos intentos anteriores. El Barcelona se presenta a la cita con una casi intachable trayectoria al amparo de su público: no perdió jamás en el Palau Blaugrana en la Euroliga (10 partidos) y sólo cayó una vez en la Liga ACB, frente al Unicaja. Su porcentaje de triunfos como local le transmiten seguridad frente al gran reto. Pero eso tampoco es una garantía: sólo le vale ganar el viernes y el domingo. Determinante Amparado en la calidad de Bodiroga, un jugador que se hace aún más grande en citas de trascendencia, el Barcelona sueña con el único título que falta en sus vitrinas. El yugoslavo es el mejor jugador europeo que trabaja en nuestro continente. No le llegó el momento ni el deseo de descubrir la NBA. Él mismo lo justifica: «Si estoy a gusto aquí y gano el mismo dinero » Ha ganado Mundiales, Eurobasket y dos veces la «Final Four». Es pieza básica para un equipo que quiere ser campeón y su experiencia desconoce lo que es que tiemble el pulso en momentos determinantes. Sabe que lo ficharon para esto. La puesta de equipo esta temporada del Barcelona fue sorprendente, incluso, para su propio ex entrenador, Aíto García Reneses. El club catalán, centrado en su asignatura pendiente y en la oportunidad que se le presentaba al celebrarse la competición en su ciudad, tiró la casa por la ventana e incorporó a los jugadores con la nómina más alta de Europa: el talentoso yugoslavo y el esloveno con pasaporte italiano Gregor Fucka. Al mando de la nave eligió a Svestislav Pesic, el último seleccionador yugoslavo. Patrick Femerling fue la otra incorporación del ambicioso proyecto.