Federico Sacristán se proclama ganador del torneo Joyería Perodri

Federico Sacristán añadió al nutrido palmarés que acompaña su trayectoria como jugador de León Club de Golf el triunfo en la sexta edición del torneo que patrocina Joyerías Perodri. Sacristán presentó 34 puntos en la suma de su tarjeta, y desbancó a Nacho Olea o Jorge García, como principales exponentes del colectivo de valores al alza que presenta la entidad, o a Luis Portomeñe, un jugador procedente del club Hierro 3 de Madrid, que desde hace un tiempo, ha decidido dotar de aires nuevos a su licencia, y que se deja ver con reiteración por las instalaciones de El Cueto. Había buen fin de semana en el apartado climatológico, y la calculadora lo agradeció. La suma de las puntuaciones de los primeros clasificados en cada especialidad ya deja ver parte de ese aspecto, que luego, en realidad, cobró más forma real sobre el campo. Casi 70 participantes tomaron la salida a primera hora de la mañana, y para la hora de cerrar la competición, ya hacía casi dos horas que estaba claro el triunfo del ganador. Las excelencias del juego de Nacho Olea le otorgaron un punto de superioridad sobre Jorge García, víctima de un día flojo, mientras Portomeñe demostraba su especial insistencia por tomar las plazas de cabeza en las últimas semanas. Pero a decir verdad, la superioridad de Sacristán resultó tal que no hubo forma de plantarle cara. El ganador de la orden del mérito local en la categoría de caballeros del año 2001, no estaba muy por la labor de ceder terreno. A la ceremonia de entrega de trofeos, se le agotaron los calificativos cuando hubo que hacer sitio en el estrado a los caballeros. El repertorio de Ángel Villa, baja sensible en la lista de participantes, alta de última hora en la de candidatos a presentar la entrega de trofeos, ya iba justo para entonces. Regalos múltiples Por si las excelencias del torneo en sí, o por si el donaire que dejó en el ambiente la doble representación femenina de la firma patrocinadora, no hubieran sido suficientes, Perodri dejó en manos de la fortuna el reparto de una veintena de obsequios. Desde los pañuelos de señora hasta los llaveros de plata, pasando por las carteras, los portallaves, las sortijas o los joyeros de viaje. Sucedió, que -cosas de los hados- buena parte de los obsequios terminaron en manos cercanas a las que recogieron los premios, pero como quiera que el asunto familiar impera en la casa común de El Cueto, el tradicional saludo de «¡agua!» para los casos en que el agraciado no se encuentra en la sala para recoger el obsequio (en cuyo caso, se sortea de nuevo) puso el toque ameno a la tarde. Se acerca julio, y las vacaciones... El simpático reparto de trofeos puso el broche de oro a una competición que se consagra en León Nacho Olea y Jorge García cubrieron con distinto signo su cita frente a los 18 hoyos de El Cueto