Adrenalina para empezar, tensión para acabar y mil anécdotas diarias

Todo gran evento ajedrecístico está rodeado de anécdotas y situaciones curiosas y divertidas que permiten ese punto de relajación y distendimiento que un torneo de la tensión y el ritmo del Magistral conlleva. Tampoco en León faltaron esas pinceladas de burbujas que espectadores y maestros protagonizaron durante el torneo. Como cada jugador tiene sus manías y sus preferencias a la hora de sentarse ante el rival, lo lógico es que se hagan patentes a la segunda vez que se repiten. Paco Vallejo se mantuvo fiel a sus principios de libertad a toda costa y no se preocupó demasiado por su vestimenta un tanto deportiva que le daba ese aire informal y rebelde que tantos éxitos le otorga ante las jovencitas y si no que se lo pregunten a dos hermanas leonesas que todos los días estaban en la cuarta fila de la sala de juego y no le quitaban ojo al susodicho, bien cuando jugaba o cuando se paseaba entre la sala de análisis y la de prensa. Intrigado, quien esto escribe se acercó para preguntarles si eran aficionadas al ajedrez y una de ellas, la más dicharachera me espetó: «Somos aficionadas a Paco, de esto no entendemos ni jota, pero es que lo bien que se atusa el pelo cuando da golpes a esa cosa que tiene en la mesa, nos encanta. Cuando acabe vamos a pedirle una camiseta de ajedrez.». Pero que esto no es el fútbol que aquí se quedan con lo sudado». «Da igual, seguro que Paco nos dará su camiseta».