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Publicado por
ÁLEX SANTOS
León

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LA SEGUNDA DERROTA de Lluís Bassat en las urnas, con la presidencia del Barcelona como objetivo, ha resultado un durísimo golpe moral no sólo para el publicista, sino para todo un colectivo de antiguos opositores al nuñismo que se alinearon en torno a una candidatura que salió a la luz casi como única e indiscutible. Galardonado en el año 2000 con el premio de mejor publicista español del siglo XX, presidente y director creativo del grupo de empresas de comunicación Bassat-Ogilvy&Mather, técnico en publicidad y diplomado en Ciencias Sociales y administración de empresas, Bassat llevaba tres años preparando su mejor anuncio, pero en su emisión, la idea central, la idea fuerza de su mensaje, no se entendió. Después de caer con dignidad en las urnas hace tres años, ante Gaspart y contra todo el aparato de la entidad, Bassat se retiró a una escena menos combativa que le llevó a ni presentar una oposición constructiva. Bassat perdió contra Gaspart y cedió todo el protagonismo al nuevo presidente y a sus errores. Eso sí, se hizo con un importante volumen de simpatía en la masa social, que miraba con recelo a Gaspart, pensando si el voto del continuismo era lo que realmente le correspondía al Barcelona. Durante los tres años que transcurrieron desde las pasadas elecciones a las de este domingo, Bassat tuvo todo el tiempo del mundo para tejer y conjuntar a un grupo sólido, compacto e incontestable de colaboradores con los cuales intentaría hacerse con la presidencia. Sin embargo, a Bassat se les descabalgaron de su proyecto muchos de los elementos que le habían llenado de contenido, entre ellos el propio Laporta. La noche anterior a la presentación en sociedad, Bassat y los suyos andaban a la desesperada cerrando acuerdos y soldando lazos que al final resultaron su perdición. La foto que pretendió lanzar a la opinión pública y con la cual eclipsar al resto de rivales y poco menos que anularlos ante el electorado ya quedó huérfano de miembros en la primera instantánea, ya que el acuerdo con Josep Guardiola no se produjo hasta días después. El intento de querer ganar por aclamación sufrió el primer revés, y a la postre el ko definitivo, cuando Bassat y Alemany sacaron a la luz las líneas maestras del proyecto. Aquella entendida bicefalia sirvió a Laporta, inicialmente, y al resto de rivales, posteriormente, para dinamitar los frágiles cimientos del proyecto del publicitario.