Diario de León
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MARTÍN
León

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LA NEGOCIACIÓN para renovar el contrato del jugador de Ademar, Juanín, ha trasladado las fronteras locales para tener eco en diarios nacionales de máxima difusión. El jugador pide un trato paralelo al que se le da a lo mejores foráneos, y el presidente asegura que la oferta es digna, mejorable en la medida que lo permita don presupuesto. Juanín tiene toda la razón en su petición y quienes rigen el club, en buena y loable gestión administrativa, huyen de entrar en terrenos económico de arenas movedizas, la losa del déficit, que puede aplastar el futuro del club. Dicho esto, también digo que Juanín bien vale un esfuerzo, como en frase histórica de un personaje, de cuyo nombre no quiero acordarme y París bien valía una misa. Hacer una excepción confirmadora de la regla; porque además de la virtud de la prudencia, prima también la de la justicia. Y lo que pide Juanín no solo se lo merece, sino que es de justicia dárselo. Juanín es imagen, bandera y hasta el alma del Ademar. Juanín reúne todas las virtudes, condiciones y cualidades de la esencia del ser y estar de Ademar. Juanín nació y creció en, y para, el balonmano en la cantera marista, principio y hasta razón de Ademar. Veloz, luchador infatigable, goleador, buen defensor, listo, hábil, esencia de lo mejor del juego ademarista: el contraataque. Capaz de levantar, en situaciones límites, el ánimo de compañeros y aficionados con jugadas increíbles, posibles de cambiar el signo de un partido. Por sus calidades y cualidades ha llegado a la selección y en ella luce también sus mejores virtudes, esas que e han llevado a ser pieza básica de Ademar. Como muestra valga el botón de su última actuación con el equipo, en la eliminatoria frente al Valladolid de la Copa. Los de Pucela acrecentaban la diferencia en el marcador, que amenazaba con ser severa. El «palizón» que se habían dado los jugadores ante el Pórtland para lograr la clasificación para la Copa de Europa pasaba factura (como luego se la pasó a los navarros). Diez minutos para el final, y surgió Juanín, sacando fuerzas de donde no las había, posando el coraje y amor propio como carburante del motor. Alma y nervio, genio y entrega, encarnando las mejores virtudes que ha tenido siempre Ademar. Juanín merece, porque se lo ha ganado, el trato que se da, o se dé, en lo económico, a los mejores de fuera y de dentro. Juanín bien vale un esfuerzo. De todos.

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