Diario de León

Florentino ataja un conato de motín en la fiesta madridista por el título

El presidente blanco conminó a la plantilla a que cumpliera con las instituciones y la afición

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Ignacio Tylko - madrid
León

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Florentino Pérez tuvo que intervenir en torno a las cinco de la madrugada para exigir a la plantilla blanca, que a esa hora festejaba el título de Liga en un céntrico restaurante de la capital, que cumpliera el protocolo institucional previsto, asumiera su responsabilidad y asistiera este lunes a las celebraciones del Real Madrid en la Comunidad, Ayuntamiento y La Almudena. El presidente tomó cartas en el asunto ante la amenaza de algunos futbolistas de no acudir a ninguno de estos actos, en lo que fue el último capítulo de una larga noche de cuchillos largos. Lo que se presumía como una gran fiesta del madridismo derivó en caras largas y crispación, sobre todo a raíz del acalorado enfrentamiento protagonizado en el vestuario del Bernabéu por Valdano y Hierro, a la conclusión del partido ante el Athletic. El director deportivo recriminó al capitán la negativa de la plantilla a dar una segunda vuelta de honor al estadio en la que, según estaba pactado, los jugadores debían dar satisfacción a la hinchada y a los medios de comunicación que les aguardaban en una zona acotada en el lateral, bajo fuertes medidas de seguridad. En el club sentó fatal que los recientes campeones dejaran plantados a sus incondicionales, que lamentaron en la grada un festejo tan frío y corto, y a la prensa. En plena bronca, Hierro respondió a Valdano en tono amenazante y le advirtió de que la plantilla podría negarse a acudir a todos los actos oficiales. En este ambiente de tensión, los jugadores escaparon a la carrera de Chamartín sin hacer declaraciones en la zona mixta aunque alguno, como Ronaldo, sí entró en directo en programas de radio. Subieron el autobús descapotable que les trasladó a La Cibeles. Lejos de llegar la calma en un entorno de felicidad, la tirantez aumentó en el santuario de las celebraciones merengues. Los jugadores se indignaron cuando la policía, por orden expresa del alcalde, Ruiz-Gallardón, les prohibió traspasar la valla de metacrilato y ascender hasta la diosa. Incluso, Raúl, muy enfadado, preguntó a un agente quién mandaba en el operativo y, cuando le contestaron que eran órdenes del regidor, le reclamó, sin éxito, que desde ahí mismo telefonease a Ruiz-Gallardón. La situación fue empeorando Los problemas se recrudecieron cuando, pasadas las dos de la madrugada, plantilla, cuerpo técnico, dirigentes y familiares se presentaron en el restaurante vasco elegido para tan señalada ocasión. Hubo algún jugador, como Guti, que entró con naturalidad por la puerta principal, acompañado de su mujer-se ha reconciliado con Arancha de Benito-. Pero otros, capitaneados por Hierro, accedieron al local por la puerta de servicio. Dentro del restaurante, el ambiente tampoco correspondió al de una celebración al uso. Se produjo un claro distanciamiento entre gran parte de los jugadores y los dirigentes, reuniones por separado, camarillas... Ante tan atípica situación y el peligro de que se tuvieran que suspender los actos de este lunes, Florentino Pérez decidió ejercer su autoridad. Improvisó un duro discurso en el que recordó a los jugadores que «lo importante son las instituciones, no las personas», y que debían cumplir con las miles de personas que les esperarían en la Puerta del Sol y Plaza de la Villa. Les dejó claro que «hacer de estos problemas un mundo entre personas mayores en el mejor club del mundo en el siglo XX no tiene ningún sentido». También les pidió que cada vez que ganen un título tengan las «caras agradables», y les recordó que es la segunda ocasión en la que celebran un título y observa unos rostros que no se corresponden con la conquista de un campeonato.

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