Sharapova amenaza el reinado del circuito de la «bella» Kournikova
Los gemidos en su juego de la adolescente rusa son el foco de atención en Wimbledon
La adolescente rusa Maria Sharapova, la nueva sensación de las canchas y relevo en el ránking de las bellas de su compatriota Anna Kournikova, se abre paso cada vez con más fuerza, aunque independientemente de su atractivo son sus gritos en la pista lo que le proporciona una señal de identidad más auténtica. La rusa, a la que se compara sin cesar con Kournikova, ausente este año por lesión en Wimbledon, ha convertido su peculiar y ruidosa forma de gemir en su marca más distintiva cada vez que empuña una raqueta. La rotunda victoria que la nueva «Lolita» asestó el martes en la primera ronda su rival estadounidense Ashley Harkleroad por 6-2 y 6-1, fue más que un duelo. Era un enfrentamiento entre la «nueva Kourni» y la «Britney Spears del tenis», pero también un continuo desafío transformado en forma de gemidos en la pista, donde las dos rivalizaron en decibelios. A pesar de que tan solo tiene 16 años la vida de Sharapova transcurre ya como la de una estrella del tenis. Hace varias temporadas, la estadounidense Martina Navratilova se fijó en ella durante una exhibición en Moscú y la convenció para abandonar su hogar en Siberia y trasladarse a Florida (EE.UU.) a la famosa escuela de Nick Bolletieri. Fue el paso definitivo. De menos a más Este año jugó la fase previa del Abierto de Australia y perdió en primera del cuadro principal. Hizo lo mismo en París, pero allí Magui Serna se encargó de pararla los pies, como luego haría también con Harkleroad. En Birmingham, ya en hierba, también superó la fase previa y alcanzó las semifinales. No obstante, y a diferencia de Kournikova, Sharapova ha hecho tanto de su capacidad de concentración como de sus obvias habilidades como tenista, dos de sus armas de seducción más infalibles. Es alta, de largas piernas, ojos claros y como la famosa Anna, lleva su pelo rubio recogido en una coleta. Le falta eso si, un novio tan famoso como Enrique Iglesias, hasta el momento asiduo acompañante de «Kourni». Pero sus ganancias comienzan a crecer sin disimulo. Así tiene ya un contrato con Nike, y otro de cinco años con las raquetas Prince, por 500.000 libras (unos 700.000 euros). Todo un filón que sólo acaba de empezar.