Extraño y sorprendente Gradefes
Principios de temporada. Los ceros, unos y doses se suceden en los resultados obtenidos en este coto que, extrañamente, ha pasado de ser uno de los elegidos para convertirse en uno de los despreciados. Con un número malo para el sorteo, cuando todos los demás se hallaban ya copados, quedaban permisos para Gradefes y alguno que otro del Esla. De protagonista en concursos como la Semana Internacional (?) de la Trucha, a ser desechado por no dar la talla (¿El coto o las truchas?). Mediados de temporada. Semana tras la Semana. Sin ilusión, comienzo a pescar a las doce de la mañana, y desde esta hora hasta las siete de la tarde, no dejo de sacar truchas (más de treinta), casi todas entre 21 y 23 abundantes centímetros (que fueron devueltas con cariño y con decepción a su medio), pero sin llegar a los 24 que están estipulados para este coto, con un resultado casi negativo de ejemplares de talla. ¿Me divertí? Sólo al principio, esperando truchas de la categoría que tuvo siempre este coto, pero no, porque resulta monótono adivinar que no serás capaz de enganchar algo que pueda satisfacer tu ego, que luche, se defienda y pese, aunque se escape. Que no puedas vislumbrar ni tan siquiera una cebada de tamaño, sólo alguna de sardinillas. Que las de más de 24 centímetros son casi una lotería. Eso sí, menores por cientos. Con este panorama, extraño de por si, te surgen espontáneamente unas cuantas preguntas que eres incapaz de responder con una lógica realista. La primera, por supuesto, es: ¿Dónde se encuentran las truchas de todos los tamaños que dieron fama a este coto y a este río, entre las que siempre había ejemplares extraordinarios? ¿Por qué las que hoy lo habitan tienen casi todas un tamaño parecido o igual? ¿Por qué este tamaño general es inmediatamente inferior al exigido para su pesca, lo que provoca actitudes de furtivismo relativo con peligro de denuncia? ¿Son truchas de repoblación reciente? De ser así, podía haberse repoblado con truchas mas grandes y haber participado en la Semana Internacional (?). ¿Qué ocurre entre una temporada y la siguiente: perviven, crecen y procrean, o desaparecen sin dejar rastro? Porque si perviven y crecen, el próximo año habría muchas de la talla ¿o no? ¿Saldrán al sereno las grandes? No quise quedarme para comprobarlo. El caso de los cormoranes Parece ser que se achaca, con o sin razón, a los cormoranes, que muchos pescadores no hemos visto (y ya no a las nutrias, pobrecillas), la escasez de truchas en el Esla, pero ¿hay cormoranes a lo largo de todo el río Esla o sólo están localizados en algunos pequeños tramos? ¿Y estas aves son tan selectivas que comen preferentemente a las truchas grandes y dejan las pequeñas? Esto explicaría en cierto modo la despoblación de truchas grandes en el río, y también en el pantano de Riaño, aunque en este la superpoblación de bogas lo desmiente, a no ser que tengan preferencias sibaríticas. Por su estructura sería difícil imaginar a un cormorán tragándose una trucha de uno, dos o tres kilos, a no ser que tengan el pico elástico e imiten a las serpientes. Además, ¿pueden decirme cuantos cormoranes componen esos comandos que casi nadie ve? Entremos en en terreno de las suposiciones: si se trata de tres o cuatro grupos de tres parejas cada uno, serían dieciocho o veinticuatro en total, lo que ya me parecen muchos. Ahora el problema: si cada cormorán come un cupo diario de seis truchas con un promedio de 200 gramos (que sería mucho comer, encontrándolas), equivaldrían a dieciocho o veinticuatro pescadores que pescasen el cupo establecido. No me parece serio pensar que estos animales esquilman los grandes ríos o pantanos, mientras entre los cuarenta y cinco o cincuenta mil pescadores es de suponer (a pesar de las circunstancias de escasez) que haya varios cientos que consigan sus cupos autorizados, y algunos más, si se guardan las pequeñas o las que pescan en cotos sin muerte. ¿Dónde está el problema? También existe una solución ancestral para este tipo de casos: los espantapájaros adaptados a cada circunstancia. No se trataría de la simulación de muñecos harapientos con sombreros de paja rotos, que parecerían estar burlándose aún mas de los pescadores. Pero todos sabemos que si se les disparan petardos repetidamente a los estorninos negros (tordos) terminarán por no acercarse a los árboles frutales y podremos conservar la fruta casi íntegra. Convirtamos pues a los guardas de estos lugares en disparadores de petardos durante el tiempo necesario, y probablemmente hayamos dado con la solución. De no ser así, habría que buscar otra, como trampas o redes para cazarlos vivos y transportarlos luego a Groenlandia, por ejemplo, donde tendrían pesca de sobra para alimentarse y no se volverían a acordar del Esla. Recemos para que luego no nos descubran los pelícanos. No obstante, mirado desde la óptica de la pesca sin muert» (que es obligatorio devolverlas todas), este puede ser un coto en el que estarás seguro de picar truchas, aunque sean menores. Sin embargo, todo pescador que se precie nunca quedará satisfecho si le dan como plato único ejemplares con los que no sea necesario luchar para conseguir extraerlos; peces que sólamente levantando la caña se convertirán en voladores, con los que le será imposible sentir emoción alguna, como no sea la de que dentro del agua que le rodea todavía existe una vida incipiente, aunque sea prestada. Y, teniendo en cuenta las condiciones en que se encuentran nuestros ríos, tomando como ejemplos los que fueron otrora los mejores tramos o cotos de nuestra provincia, donde se da el caso de que, o no hay y hay que repoblarlas continuamente, o hay sólamente pequeñas, o están libres de ellas, ¿por qué se prolonga la época de pesca hasta octubre: para divertir a los pescadores o para conseguir mayores ingresos? Porque no será para facilitar la conservación de la especie, teniendo en cuenta que siguen desapareciendo sin dejar rastro, y aún dejándolo. ¿O es una estratagema para espantar a los cormoranes? Sinceramente, me he llevado una sorpresa en el coto de Gradefes, que casi nadie quería. Lo difícil será su conservación (sin muerte) hasta octubre, y cuando el caudal del río quede reducido a la mínima expresión y se utilicen los cables para contarlas, olvidándose de su vigilancia nocturna.