Lastras completa la trilogía venciendo en la ronda gala

Los últimos triunfos de Pablo Lastras están marcados por el nombre de su madre, Rosa, fallecida hace cuatro meses. Estaba enferma de cáncer desde hacía mucho tiempo. «Falleció hace exactamente cuatro meses y un día» comentaba el ganador en una escapada que llegó a la meta con ¡24 minutos de ventaja! Las dos victorias que logró el año pasado en la Vuelta a España, en Córdoba y Collado Villalba, también fueron dedicadas a ella. Por eso, al entrar en la meta, en una final de carrera dramático, superando a Carlos Da Cruz, Daniele Nardello y al aragonés David Cañada, que vio el triunfo muy cerca, lanzó su dedo índice al cielo. Era su homenaje, uno más. Un día especial puesto que su madre hubiese cumplido hoy años. Lastras consiguió uno de esos triunfos en los que las fuerzas sólo pueden salir desde dentro, por una motivación especial, puesto que físicamente está roto. En los primeros kilómetros de la fuga casi no podía dar relevos, estuvo a punto de quedarse descolgado. «Tengo dos uñas que se me están cayendo. He tenido un forúnculo. En el Tour, cualquier pequeño problema se convierte en un drama. Cuando estaba en la escapada le he dicho a Jaimerena que no sabía qué hacía allí», decía el corredor madrileño de San Martín de Valdeiglesias. Eusebio Unzue, el director de iBanesto, siempre ha tenido confianza en Pablo. Pertenece a una generación que ha dado muy buenos ciclistas: «No sé ni cómo ha aguantado en carrera. Le tuvieron que cortar la zapatilla del pie derecho por las uñas que tenía revenidas. El calor le ha matado. En cuanto ha refrescado ha aliviado parte de sus problemas». Marcado por las lesiones Llegó al Tour bastante fresco en cuanto a competiciones, «pero el arranque de carrera fue muy duro. En marzo y abril no terminé ninguna clásica. En el Dauphiné Liberé me encontré mucho mejor». Lastras ganó ayer la segunda etapa más rápida en la historia del Tour.