Los «cachorros» blanquiazulesdejan su sello en Villadepalos (1-7)

El encuentro de ayer en Villadepalos no tuvo más historia que la sucesión de los ocho goles, desigualmente repartidos, que pudieron contemplar los casi 200 espectadores que se dieron cita en el Campo de La Barca. La Deportiva B fue en esta ocasión el equipo invitado por los propietarios del terreno de juego, debido a que los «mayores» habían disputado su primer amistoso de la pretemporada 24 horas antes frente al Getafe. No hubo color pese a todo, o por mejor decir, el único color del partido fue el rojo, ya que el Villadepalos vistió con su habitual elástica blanquiazul haciendo valer su condición de equipo local. Lo cierto es que el resultado era lo de menos, teniendo en cuenta el propósito de la cita. No era otro que «despedir» a los niños bosnios que han estado disfrutando durante la primera parte de este verano en la comarca berciana, ya que el próximo lunes retornan a su país de origen. El choque sirvió para que ambos equipos subieran un peldaño más en su preparación de cara a la próxima campaña, en la que los dos contendientes tienen un idéntico objetivo, pese a militar en diferentes categorías y que no es otro que conseguir el ascenso a la inmediatamente superior. Los visitantes demostraron estar a un nivel superior, no sólo en el plano físico en el que llevan ventaja por haber iniciado la pretemporada con anterioridad, si no también porque los jóvenes discípulos de Gonzalo atesoran mayor calidad al estar en categoría superior. La primera parte ya obsequió a los asistentes al encuentro con cuatro tantos, los tres del filial de la Ponferradina anotados por Merino y Dani Casanova, éste en dos ocasiones, mientras que el llamado tanto del honor de los locales lo firmó Johny, después de aprovechar el rechace de un penalti que el delantero Dani no había sido capaz de convertir en primera instancia. Desigual nivel físico y técnico Como es habitual en este tipo de compromisos, los dos entrenadores, Miguel Folgueral y Gonzalo, aprovecharon la contienda para dar participación al mayor número posible de jugadores, por lo que los cambios se sucedieron continuamente tras el descanso. Conforme avanzaban los minutos, la diferencia entre ambas formaciones se fue haciendo más ostensible. Los locales empezaron a acusar el esfuerzo y de ello sacaron partido los jóvenes valores de la Ponferradina. Aunque el cuarto tanto se hizo de rogar, después llegaron tres casi sin solución de continuidad. Merino, por dos veces, Álvaro y Recamán, fueron los encargados de certificar el resultado definitivo para un equipo al que, por unas razones u otras, le faltaban siete jugadores. Tomé y Nistal estuvieron tomando nota.