| Crónica | En torno a la pesca |
La súper carpa royal
En un mundo en el que todas las especies que han habitado siempre nuestros cursos de agua se hallan en franca decadencia, tributo dicen que obligado a un ente abstracto llamado progreso, basado siempre en el egoísmo especulativo económico, poniendo como bandera un estado del bienestar individual (o general, como disculpa), totalmente subjetivo, donde prima el tener antes que el ser, el figurar antes que el actuar, el recibir antes que el dar, el reprimir mejor que el liberar, el imponer antes que consultar, el cohabitar sin convivir, reñir gritando mejor que discutir sosegadamente, el yo antes que todo, buscando el poder por todos los medios imaginables, para aprovecharse de él hasta las últimas consecuencias, la humilde y al mismo tiempo real carpa es capaz de sobrevivir milagrosamente, e incluso reproducirse prolíficamente, con sólo mantener un hábitat relativamente aceptable de contaminación y un mínimo de oxigenación, que para muchos otros peces, especialmente los salmónidos, no sería válido. Se trata de un pez exógeno, de tan fácil adaptación a cualquier medio, que ha colonizado todos los lugares en que ha sido introducido, con la sola excepción de las aguas frías, sin producir efectos perjudiciales para los demás, prefiriendo los remansos, mangas, estanques o pantanos, donde la temperatura del agua sea más bien templada, y que disponga, eso sí, de una buena provisión de algas, hierbas, larvas y gusanos con que poder alimentarse, además de espacios idóneos para desovar, sin miedo a ser exterminadas por redes u otros procedimientos masivos, que darían al traste con su supervivencia. Comparte hábitat con toda clase de ciprínidos, e incluso con el blak-bass y la trucha en pantanos de aguas templadas, como en el pantano de Bárcena, que bien podemos tomar como ejemplo positivo, por la experiencia acumulada en varias décadas, primero de colonización y luego de pervivencia mantenida sucesivamente, llegando a la época actual con una población de cientos de miles o quizá millonaria en ejemplares, sanitariamente correcta y perfectamente alimentada, incluso sobrealimentada con todos los cebos que los pescadores empleamos para su pesca, como el maíz, la patata y la masa de miga de pan que, una vez terminada la jornada, lanzamos al agua para que sean aprovechados por las carpas, y al mismo tiempo para que no se olviden tampoco del apetito que les despiertan estos cebos tan sencillos. El ejemplo del Bárcena Si no es uno testigo de ello no sería fácil concebir la gran fiesta de la procreación que celebran todos los años durante el mes de mayo, para depositar la inconmensurable cantidad de huevas sobre las que los machos extienden su esperma en un alegre e infinito baile de múltiples y continuos chapuzones, donde las hembras son perseguidas por los machos tenazmente hasta conseguir que desoven para fertilizarlas de inmedato. Esto coincide que ocurre en la época en que el pantano está rebosante de agua, cuando inunda la planicie donde se asientan todos los prados en que la vegetación, especialmente herbórea, se halla en su mayor apogeo, lugares idóneos y con poca profundidad, donde las huevas depositadas se adhieren a los abundantísimos y espesos herbazales, que las conservarán a una temparatura ideal hasta tanto su eclosión dé lugar a una nueva generación de alevines que, mientras que el ingenio destructivo o equivocado del hombre administrador o depredador no las tenga en su punto de mira, pescándolas o matándolas masivamente con sus malas artes y contaminaciones sin fin, tendrán una perspectiva de años y de longevidad que para sí quisieran todas las especies de salmónidos, que se sostienen milagrosamente sobre el filo de una navaja afiladísima, que terminará cortando por lo sano su existencia. Al tratarse de un pez de aguas templadas, su desarrollo en el pantano de Bárcena es el óptimo, puesto que este lugar mantiene una temperatura ideal durante casi todo el año, con excepción de algunos meses de invierno en que, al bajar algo esta temperatura, se concentran en la zona baja, cerca del muro de la presa, donde se encuentran con el agua vertida por la central térmica, pudiendo observarse en la misma superficie cientos de miles de ejemplares, mientras que el resto se disponen a invernar entre el limo de los fondos (especialmente las de mayores tamaños), al igual que todas sus congéneres de ríos, mangas, charcas y lagunas, hasta que la primavera y el sol calientan las aguas y despiertan de su medio letargo para comenzar de nuevo a alimentarse y procrear. Además, se trata de piezas que adquieren pesos verdaderamente extraordinarios, llegando a pescarse ejemplares de diez o quince kilos de peso, aunque la mayoría de las que pican suelen ser de cerca de un kilo, tamaño mas que suficiente para tener que luchar algunos minutos hasta extraerlas, pero siempre esperas la sorpresa de algún ejemplar de mayor envergadura, que te haga vibrar de emoción y con el que te harás la correspondiente foto. Aprovechando la buena adaptación de esta carpa royal y teniendo en cuenta sus cualidades de gran luchadora, un antecesor en la dirección del servicio de pesca de la Junta en esta provincia, de acuerdo con los entes y pescadores locales, tuvo la buena idea de convocar y organizar un concurso de pesca de carpas en este escenario de Bárcena durante el mes de julio, el cual se viene realizando con éxito desde su inicio, hace algunas décadas, y al día siguiente la degustación de los ejemplares pescados,en un restaurante de la comarca, cercano a Santa Marina del Sil, donde parece ser que tienen un don especial para prepararlas, y en el cual son degustadas por pescadores y organizadores a plena satisfacción. Por extraño que parezca, habituados a los estrepitosos fracasos cosechados por nuestros diligentes conservadores de la pesca, hemos de felicitar al ingenioso introductor de esta carpa royal, por su acierto en el pantano de Bárcena, adonde acudimos con alguna asiduidad para descargar nuestra rabia e indignación, consecuencia de todos los demás fracasos mencionados que están dando al traste con una afición masoca que ha demostrado tener una paciencia infinita, en espera de que las truchas resuciten y que los ríos se limpien y que la eficacia medioambiental sea una virtud administrativa. Y para terminar, una nota sobresaliente para el concurso de la carpa y muchas de suspensos para todos los concursos de la trucha, incluida la Semana Internacional (?), amañados con repoblaciones puntuales de truchas tontas para justificarlos.