España se enfrenta a su primera opción seria de conseguir el oro

Faltan quince segundos. El balón está en poder del equipo nacional; el resultado favorece al rival, que gana por un punto... Todo el esfuerzo de cuarenta minutos queda reducido a una última posesión, a un buen pase, a un certero golpe de muñeca, a que el aro no quiera escupir ese concluyente lanzamiento final. Esa es la grandeza del baloncesto y, a su vez, la parte dramática de este juego. España afronta desde el viernes su participación en el Eurobasket Suecia 2003, donde sus metas se confunden entre la gloria y el fracaso: puede ganar el oro _hecho inédito en la historia de nuestro deporte de la canasta_ y quedarse fuera del objetivo mínimo, que no es otro que Atenas 2004, los próximos Juegos Olímpicos. El símil del principio responde al sistema de competición a desarrollar: si la selección no es primera de su grupo inicial (sistema de liguilla), donde se medirá a Suecia, Rusia y Serbia y Montenegro (antes Yugoslavia), tendrá que medirse a cara de perro en un cuarto partido para acceder a cuartos de final del torneo. Se descarta que la selección concluya última de su grupo y, por tanto, ni siquiera tuviera derecho a eso. Sería en ese cruce, presumiblemente frente a Grecia, Turquía o Croacia (del Grupo D, junto a Ucrania), cuando dispondría de su primera «última posesión de 15 segundos». Seamos optimistas y demos a nuestros representantes como vencedores de ese primer cara o cruz. Siendo así, llega el segundo lanzamiento de moneda al aire, otro cruce, el de cuartos. ¿Triunfo? Si la respuesta es afirmativa, objetivo cumplido y a soñar con el oro. Fechas clave del torneo, de esos partidos de todo o nada, el lunes 8 de septiembre y el miércoles 10. Clave de ilusión Olvidémonos por unos minutos de ese «drama-salsa» del baloncesto, coloquémonos una camiseta de la selección y pensemos en clave de ilusión: ¡Tenemos a Pau Gasol! Lleva el número 4, mide 2,15 metros, pesa 103 kilos, se mueve como un base, maneja todas los recursos técnicos de este deporte y sólo tiene 23 años. Es el mejor jugador español de todos los tiempos. El mejor de un equipo flojo de Estados Unidos, el Memphis Grizzlies, pero un conjunto de la NBA, la mejor competición del mundo. Después de dos temporadas entre los mejores, llega a Suecia con más experiencia y la suficiente madurez para convertirse en el jugador sobre el que gire toda la selección. La España de Pau confía en su talento, en su habilidad para generar facilidades en ataque y en su poder intimidador.