Ademar exhibió toda su casta para lograr un merecido empate ante el Barcelona
El Palacio se estrenó con un partidazo entre dos equipos que demostraron estar en la elite mundial. El encuentro se resolvió después de una acción de estrategia mediante la que Metlici quedó solo consiguió el empate (32-32).
Celebró con tal fruición Ademar el punto que salvó al partido en la última jugada, que por momentos semejó estar jugándose el título de Liga en el envite. Se fue tan cabizbajo el Barça a la ducha, que pareciera haber perdido por momentos una Copa ya en el segundo capítulo. La Liga de este año llama a tal cúmulo de emociones que el dibujo que plasmó el cuadro final de partido no sirve sino de anuncio a lo que llega. El Palacio se estrenó ayer con un partidazo, más por la emoción que por el balonmano, y el marcador hizo justicia a lo que por momentos pareció un triunfo local y a lo que la lógica llama una pequeña derrota moral para el campeón vigente. Ademar no dio forma de victoria al primer duelo comprometido de la campaña por apuntes mínimos. Con una mejor aportación en la portería durante la primera mitad (al primer cambio, Kasper se fue al banquillo en 1/6 y Jorge Martínez regresó al asiento con 0/5) hubiera cambiado el decorado. Sin el balance inusual de 1/5 en contraataques que presentaba Juanín a falta de diez minutos para acabar el partido, idem. Y al margen queda el capítulo arbitral, máxime con un choque que acaba en tablas... Gran físico León jugó al 130% en lo físico. El Barça puede permitirse cambiar el siete completo como hizo Valero a los seis minutos de partido (6-3). Cadenas necesita que la grada insufle la componente extra que hizo la mitad del punto que arrancó el equipo al partido, aún cuando después de cobrar la máxima diferencia de la primera mitad (11-7) el bloque azulgrana le diera la vuelta al partido (13-14) seis minutos después. Sin rodar la bola a los extremos y con poca asistencia a los pivotes, el siete de casa basó su poder ofensivo en lanzamientos exteriores mucho más poderosos de lo habitual, si bien por entonces, Colón daba cuenta de lo que le llegaba con acierto. Porque a los efectos de un tono defensivo irregular y sin portería, a cuadro culé le cayeron 18 goles hasta el descanso. Para la segunda parte se reservó la modificación de las defensas a 5-1, después de empeñar la salida en el 6-0 a los dos lados. Por dos veces tuvo León la oportunidad de llevar el marcador a +3, pero primero Roberto erró por partida doble (22-20) y luego Juanín (24-22) encontró grande, inmenso, a Barrufet. Dicen que el amarillo de las camisetas de los porteros tiene un efecto psicológico especial para los lanzadores, que se hace más pequeño el ángulo de lanzamiento... Será verdad. El caso es que cuando anduvo el Barça groggy, no terminó de estoquear León. Y entre los criterios cambiantes, más con las exclusiones que con las faltas, y que el aliento escaseaba por momentos, el turno de rotaciones del banquillo catalán hizo mella en la suerte del choque, y derivó en una tónica de igualdad que, si acaso, dejaba la voz cantante al bloque de fuera, minimamente. Mejoró Zorman La recta final de partido observó a Zorman en acción. No cometió errores, asunto que para su progresión, ya es una buena noticia, y dejó un par de retazos de decisión que anuncian buenas cosas. El caso es que el partido se metió en la dinámica del empate-uno abajo, que resolvieron las dos últimas jugadas del partido. Primero, porque solo a Kjelling (9/14) se le puede ocurrir jugarse de rosca un penalty decisivo, a minuto y pico escaso de acabar. Y segundo, porque la estrategia que patentó Ademar en Pamplona para entrar en la Copa de Europa, sigue dando fruto, meses después. Con golpe franco a dieciséis segundos del cierre, Kristian y Colón se llevaron hacia ellos, con gestos ostensibles, a toda la defensa azulgrana, que cayó en la trampa y picó. Nadie reparó en que Metlicic se escoraba hacia la derecha, sin hacer ruido, y que para cuando le llegó la bola, era imposible salir a cerrarle. Gol, empate y justicia.