Diario de León

Comenzó la pesca con mosca del infatigable barbo

Esta especie endémica de la Península se pesca en cursos medios y bajos en octubre

Magnífico ejemplar de barbo capturado en Puente Quintos

Magnífico ejemplar de barbo capturado en Puente Quintos

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Pedro Vizcay - león
León

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Cada vez son más los pescadores de mosca seca que conocen la emoción de clavar un barbo con mosca. Valiente, vigoroso e infatigable, este pez que puede alcanzar los tres kilos de peso, proporciona un juego extraordinario que, en la mayoría de las ocasiones, acaba con la rotura del sedal. Durante el mes de octubre, y hasta que las heladas le envíen a las profundidades, puede pescarse en los cursos bajos del Esla y del Orbigo, en zonas que permanecen abiertas todo el año. No se pescan de la misma forma los salmónidos que los ciprínidos. Las técnicas de pesca son totalmente diferentes como diferentes son también las modalidades de competición deportiva. Pero hay una época del año, ésta precisamente, en la que los barbos entran a mosca, cuestión poco conocida pero que proporciona grandes satisfacciones a los aficionados. El barbo es una especie endémica de la Península Ibérica que se distribuye en las cuencas de los ríos Duero y Tajo. Los ejemplares más grandes pueden alcanzar los 60 cms. de longitud y varios kilos de peso, especialmente las hembras. Es muy prolífico, hasta el punto de que una hembra puede realizar una puesta de entre dos mil y quince mil huevos hacia el mes de mayo que eclosionan rápidamente. Escoge zonas de poca corriente y fondo pedregoso, de escasa profundidad. Los pescadores conocen muy bien las frezas, ya que se sitúan en las corrientes y raseras, desplazando a las truchas y «trepando» de forma espectacular en dos dedos de agua. A lo largo del año se pesca con caña tanto «a fondo» como a «cebo corrido». En invierno entran relativamente bien a la lombriz y, a partir de la primavera, se pescan a gusarapín o a gusano, sin olvidarnos de la negrilla. Un cebo que suele dar muy buen resultado pescando a veleta es la «ova», que se coloca enroscada en un anzuelo del seis o del siete. La picada con esta técnica es muy tenue, de forma que es difícil clavarlo y es que el barbo no traga el cebo, sino que va chupándolo lentamente. Una vez clavado en el anzuelo se suelta difícilmente, pues tiene una boca carnosa, entonces arrancará con fuerza pudiendo romper fácilmente el sedal. A diferencia de la trucha es muy difícil cansar a un barbo. Puede acercarse hasta la orilla y, en el momento de cogerlo, arrancar con fuerza siendo imprescindible «darle cuerda» y así varias veces. En el mes de octubre, cuando las aguas van refrescando un poco, sale a las raseras, especialmente en los «culeros» de las tablas. Con las primeras heladas desaparecerá situándose en grandes bandos en la profundidad de los pozos, con lo que ya no podrá pescarse a mosca. Tiene peor vista que las truchas pero, a diferencia de éstas, posee un oído muy fino, por lo que es preciso pisar el río con mucho cuidado. En esta época toma la mosca, siempre que esté bien presentada, con un sedal del 16 o del 18. Al sentirse clavado arrancará con fuerza inusitada, siendo preciso darle cuerda. La lucha suele ser muy emocionante y espectacular, pues «hocica» hacia el fondo buscando la maleza para enredarse. Otro aliciente añadido es que se pescan a pez visto, pudiendo elegir los mayores ejemplares. La mayoría de los pescadores de mosca prefieren devolver el pez vivo a las aguas. La hormiga reina u otra mosca de parecida textura hecha con foam para que flote bien puede dar magníficos resultados. Puente Quintos, en la provincia de Zamora, suele ser el lugar elegido por los pescadores leoneses para disfrutar con la pesca de los barbos a mosca.

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