Diario de León

La Deportiva vuelve al camino del gol frente el Majadahonda

La superioridad de los bercianos no merecía el suspense final por culpa de un dudoso penalti

gol a Lanza y anotó el segundo.

gol a Lanza y anotó el segundo.

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Ramón Díez - ponferrada
Ponferrada

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Se esperaba en Ponferrada una victoria contundente sobre el último clasificado, pero al final los aficionados hubieron de conformarse con ver ganar a su equipo y además por la mínima diferencia. Bien es cierto que el marcador es engañoso a todas luces, porque el partido sólo tuvo una dirección, la que conducía al portal defendido por Iván Flores. La falta de poder rematador que está evidenciando la Ponferradina desde el arranque de la temporada provocó que la goleada se quedaran en el limbo de lo irrecuperable, pese a que los discípulos de Tomé dispusieron de claras ocasiones como para haber perforado el portal madrileño con mayor profusión. Para más inri, un partido que debía haber quedado visto para sentencia con mucha antelación a su conclusión, se pudo complicar y de hecho se complicó al final por culpa de una decisión polémica del colegiado gallego Docabo Otero, que sancionó con penalti un contacto entre Soto y Cristian que desde fuera no parecía merecedor de esa pena máxima. Si efectivamente se comprueba en las imágenes televisivas que ese penalti no era tal, ya serían dos penas máximas consecutivas las que sufren los bercianos en similares condiciones, aunque por fortuna la de ayer en el Toralín no ha supuesto pérdida de puntos, como ocurrió en Palencia. Desde los primeros compases pudo verse que el encuentro, tarde o temprano, quedaría decantado a favor del bando local porque los de Juan Navarro apenas pasaban del medio del campo y sólo se limitaban a defender. Esa táctica es arriesgada para aguantarla durante noventa minutos y, por muy roma que esté la Deportiva en ataque, está claro que al menos uno o dos goles iba a hacerlos, seguro. El gol se resistió, no obstante, pese a que Brasi, Gonzalo, Cascallar y Gámiz pudieron haber anotado mucho antes. Hubo que esperar hasta el último minuto del primer tiempo para que Brasi, en una gran jugada, se deshiciera de tres contrarios dentro del área y después ceder la pelota a Lanza que la impulsa a la red sin oposición. Era un tanto sicológico, que hizo mella en el adversario porque los madrileños basaban cualquier posibilidad de puntuar en el mantenimiento de su portería sin goles. Le pasa un poco como al Palencia, si alguien les hace un gol, cuentan con muy escasa capacidad de reacción por carecer de un buen juego ofensivo. Los aficionados se tomaron el café con tranquilidad, pensando en que al «abrir la lata» el camino estaría mucho más despejado tras el descanso. No fue así porque los madrileños nunca o casi nunca varían su posición sobre el campo, con independencia del marcador, lo cual es temerario para ellos. Los locales siguieron llevando el peligro al marco de Iván Flores y al cuarto de hora de la reanudación, un disparo de Lanza desde la izquierda es rechazado a duras penas por el meta visitante. El balón llegó a Panadero, que había salido en lugar de Gonzalo y el cordobés tocó lo suficiente como para que la pelota saliera rebotada hacia la posición de Brasi, que fusiló con comodidad a la red. Quedaba todavía media hora de partido y la grada quería ver más goles. Brasi pudo haberles tributado el tercero, pero su remate de cabeza lo ataja con apuros Iván Flores. Otro tanto le sucedió a Panadero, que no pudo estrenar ayer su casillero particular. El andaluz lo intentó incluso desde el centro del campo «a lo Pelé», pero la pelota salió rozando la escuadra. Tomé puso más artillería en el campo con la entrada de Alejandro en el lugar de Brasi, un cambio bien pensado para que el ex jugador del Sporting recibiera una merecida ovación desde el graderío. Sufrimiento innecesario Esperando casi todos por el tercero de los blanquiazules, lo que finalmente llegó fue el único tanto de los madrileños. Increíble pero cierto. Rubio no había pasado por ningún agobio, si se exceptúa un lanzamiento de falta ajustado a la escuadra, por parte de Montano, que el meta local sacó al córner con solvencia, pero terminó encajando un gol, otra vez desde el punto fatídico. En una acción sin aparente peligro y cerca de la frontal, Soto y Cristian forcejean por una pelota y el madrileño cae al suelo. El árbitro, para desesperación del respetable, señaló el punto de penalti y Montano, recortó distancias con tres minutos todavía por jugarse, más otros tantos de prolongación. Lo único que ocurrió fueron un par de faltas que botó Gámiz, pero sus remates salieron fuera. Al final, tres puntos necesarios para afrontar dos salidas consecutivas.

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