Todos con Raikkonen
ES PRÁCTICAMENTE imposible que a Michael Schumacher se le escape el sexto título de campeón de la Fórmula Uno, pero si en algún lugar del mundo se abriga una tenue esperanza de que el piloto alemán se quede con las ganas es en Argentina, el país de Juan Manuel Fangio. Un reinado de 45 años de «El Chueco» Fangio como quíntuple campeón, compartido desde 2002 con Schumacher, puede ser superado en Japón el próximo fin de semana por el piloto de Ferrari, el equipo que mayor cantidad de aficionados tiene en Argentina. Esa paradoja no impedirá en este país que los fanáticos del automovilismo -es la segunda actividad deportiva de mayor convocatoria después del fútbol- estén el domingo con el McLaren de Kimi Raikkonen, con Williams, con Renault y, si no hay más remedio, con una Ferrari, pero la de Rubens Barrichello. Esa simpatía nació hace más de cincuenta años, cuando un piloto oriundo en la provincia de Buenos Aires, José Froilán «El Cabezón» González, fue el primero que llevó al monoplaza de Enzo Ferrari a la victoria, en el circuito de Silverstone en 1951. Años más tarde, Fangio ganó su cuarto título mundial con Lancia Ferrari (1956), después de haber triunfado con Alfa Romeo (1951) y Mercedes Benz (1954 y 55) y antes de cerrar su ciclo victorioso con Maserati (1957). Otro compatriota suyo, Carlos Reutemann, también fue piloto de Ferrari en los años setenta. Pero ahora, para la mayoría de los argentinos, la gloriosa Ferrari tiene que perder, porque Schumacher no debería ganar. Los argentinos están acostumbrados a soñar con los batacazos, por eso han disfrutado doblemente los triunfos que parecían imposibles, como el que logró la selección de baloncesto el año pasado contra Estados Unidos en el Mundial de Indianápolis, o el campeonato del mundo de yudo que obtuvo recientemente Daniela Krukower en Japón, lo cual puede compararse con ir a cocinar una paella en Valencia y obtener aplausos de los comensales locales. Un batacazo o un milagro en Japón para muchos paisanos de Fangio sería que aquel genial conductor de coches de carrera fallecido hace ocho años no sea apeado del primer puesto del podio al que subió hace casi medio siglo. Aunque esta ocasión no compite físicamente en Japón ningún piloto argentino en el cierre de temporada de la Fórmula Uno, la trascendencia de la hazaña forjada por Fangio entre 1951 y 1957, sí lo hace, con una remota posibilidad de éxito que depende de la suerte (o la mala suerte) de otros. En la apasionante historia de las competiciones deportivas hay algunos elegidos que siguen siendo rivales a vencer aún después de la retirada y de la muerte. Hasta la aparición de un tal Diego Maradona en el fútbol, Fangio fue el deportista número uno de la historia de su país, pero no escasean quienes hoy afirman que están empatados en ese sentido, con las diferencias mediáticas que hubo a favor de uno y en contra de otro a través de los tiempos. Para que superen a Maradona habría que ganar varias discusiones, independientemente de la cualidades que tenga un imaginario nuevo genio del fútbol, pero con Fangio no habría dónde apoyarse si Schumacher obtiene el sexto título de campeón. Seis es más que cinco, no hay discusión posible y entonces se caería otro mito argentino. «Carreras son carreras», decía habitualmente Fangio, frase con la que siempre advirtió a colegas, mecánicos, periodistas y aficionados que ninguna competición se gana antes de la largada. La del próximo domingo, sin embargo, tiene la particularidad de que Schumacher puede ganar si no gana. La frustración del líder de la temporada se puede producir si triunfa Kimi Raikkonen y él no puntúa. Incluso, si el finlandés no logra el primer puesto, a Schumacher le daría lo mismo llegar noveno o abandonar porque ya tendría el título. Así las cosas, el asunto está complicado para Fangio, o mejor dicho, para sus admiradores y para quienes rinden tributo a su memoria, que se convertirán por unas horas en hinchas fanáticos de Raikkonen. Mientras ese momento llega, los más preocupados por esta situación advierten que una sexta coronación de Schumacher no es una derrota de Fangio, porque al fin y al cabo fue el mejor piloto del siglo XX y eso no está en juego. Aunque no pueden dejar de pensar que sería mejor si Raikkonen ganara la carrera y el campeonato, pese a que al alemán le quedan tres años más de contrato con Ferrari y varias temporadas en la categoría.