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Mal tiempo y buen balance en la apertura de la temporada en León

Perdices, liebres y aves acuáticas en casi todas las perchas tras la primera salida al campo

Liebres y azulones fueron las piezas más cobradas en la primera jornada de caza

Publicado por
Pedro Vizcay - león
León

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La temporada de caza menor, que se inició el día 26 de octubre, ha tenido un comienzo pasado por agua. La lluvia que cayó de forma intermitente durante toda la jornada impidió que los aproximadamente veinte mil cazadores que salieron al campo obtuviesen mejores resultados. Pese a ello, la abundancia de perdices y liebres compensó a los esforzados aficionados que no quisieron perderse este primer día de caza. En la zona de Campos se constató la presencia de bandos de perdiz bien nutridos que, después de la primera arrancada, se perdían en los terrones encharcados. En las zonas con viñedo la situación era mejor, ya que siempre queda alguna patirroja achicada entre las cepas que aún conservan buena parte de las hojas, lo que posibilita que se arranquen a tiro. En estas primeras jornadas y si el tiempo acompaña una cuadrilla de tres o cuatro cazadores bien organizados son capaces de controlar un bando de forma que tras dos o tres vuelos comiencen a quedarse. Con lluvia y viento la cosa se complica pues la perdiz apeona con facilidad mientras que los cazadores se atollan en el barro. Pese a todo, en estos cotos de Oteros y Campos la mayoría de cazadores colgó alguna perdiz y no faltaron las piñas generosas. Grata sorpresa Pero la sorpresa gratificante la dieron las liebres. Se sabía, porque en la media veda se habían visto, que las rabonas abundaban en esta temporada. Bien es cierto que bastantes cazadores, ante la dificultad de cazar la perdiz a rabo, se dedicaron a buscar la liebre, lo que consiguieron en bastantes ocasiones. Otros, los más, se toparon con ellas sin buscarlas. En la zona de Valdebimbre y Ardón la mayor parte de cuadrillas cubrieron el cupo. También en los terrones y rastrojeras de Tierra de Campos corrieron las rabonas. El tiro, pese a la velocidad del animal, resulta relativamente fácil en el llano, pues basta cubrirla y dejar que se aleje unos metros hasta que enderece la carrera. A treinta metros de distancia el tiro con perdigón del seis o del siete cubre una superficie de tres o cuatro metros de largo por 50 centímetros de ancho. En el monte, sin embargo, el tiro resulta mucho más complicado pues los matorrales entorpecen la visibilidad y hay que disparar a saque de escopeta. Quienes cazan con galgo defienden que la libre quede reservada para los perros de persecución en las zonas llanas, donde se producen las mejores carreras y la pieza tiene bastantes más posibilidades de salir airosa. Es un espectáculo realmente bonito y, en otro caso, un argumento que gana peso entre los aficionados. Para las aves acuáticas, patos azulones principalmente, se presenta una temporada normal. El hecho de que las aguas corrientes constituyan zonas de seguridad y no se puedan cazar asegura la supervivencia de esta especie que, además, es muy prolífica. Los cultivos de maíz aseguran su alimentación y puede decirse sin temor a equivocarse que en todas las charcas y lagunas hay ánades reales en algún momento del día. El amanecer y el atardecer son las mejores horas para este tipo de caza, ya que es cuando se mueven para alimentarse o para «guarecer». El conejo de monte, sin embargo, escasea desde hace años y, salvo en algunos montes de la comarca bañezana y del Bierzo, apenas hay conejos. Los intentos por recuperar esta especie, antaño abundantísima, y que constituye un importante eslabón en la cadena alimentaria de zorros y rapaces, apenas dan frutos en la provincia de León.

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