Sesenta especialistas disputan el certamen de cazadores jubilados

El tradicional homenaje a los cazadores jubilados que cada año celebra Riomonte coincidiendo con la festividad de la Constitución ha conseguido congregar a sesenta participantes que, milagrosamente, se libraron de la lluvia que cayó de forma copiosa durante todo el puente festivo. El coto de Oncina de la Valdocina acogió este evento social y deportivo que sirve para despedir el año y para que los veteranos se diviertan practicando su deporte favorito. Desde el punto de reunión, situado a la altura de Villadangos, los participantes se trasladaron al campo donde previamente la organización había procedido a la suelta de trescientas aves. El faisán, aun siendo de granja, apeona de forma muy rápida escondiéndose en la maleza de donde solo puede ser arrancado con el concurso de un perro de muestra. El vuelo es rápido y poderoso pero dado el tamaño del pájaro el tiro resulta bastante fácil siempre y cuando se le coja en la distancia correcta y se le pueda apuntar con claridad. Antes del comienzo de la prueba los organizadores soltaron palomas en la modalidad de lanzado a brazo que sirvieron para ejercitar la puntería. Posteriormente se dio la señal de salida y a los pocos minutos ya se escuchaban los primeros disparos. El terreno algo quebrado y con vegetación en forma de pequeños matorrales favoreció la cacería de tal forma que, tras varias horas de incesante búsqueda por parte de perros y cazadores el resultado se aproximase al 70 % de piezas abatidas, un balance muy positivo se tiene en cuenta la capacidad de ocultación de los faisanes y su vuelo largo y poderoso. Antes de trasladarse al restaurante Avenida II para reponer fuerzas se procedió al recuento y reparto de la caza de forma equitativa entre los participantes. Los tres primeros obtuvieron un bonito trofeo y todos ellos un recuerdo por parte de la organización. El primer clasificado fue Pablo Vega Rebollo con 18 piezas. Juan Miguel Sacristán se clasificó segundo con 13 y Serafín Rodríguez Puerta tercero con doce. Manuel Inclán, que contabilizó 17, no pudo llevarse ningún trofeo por tener menos de sesenta años, pero consiguió lo más importante: divertirse y confraternizar con los compañeros.