Diario de León

El maestro se coloca otra corona

El futbolista francés del Real Madrid obtiene su tercer título de mejor jugador de la Fifa que se suma a otros galardones como un Balón de Oro y tres Onze Mondial individuales

De izquierda a derecha, Ronaldo, Thierry Henry y Zidane posan con el galardón que les otorgó la Fifa

De izquierda a derecha, Ronaldo, Thierry Henry y Zidane posan con el galardón que les otorgó la Fifa

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Luis Miguel Pascual - parís
León

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El «maestro» Zinedine Zidane, elegido ayer por los seleccionadores por tercera vez en su carrera como el mejor jugador de 2003, se ha colocado otra corona, que deberá sumar a sus numerosas recompensas individuales y colectivas que le identifican como uno de los jugadores más laureados de la historia. Su tercer título de mejor jugador de la Fifa encontrará un hueco en la abundante sala de trofeos del jugador del Real Madrid, que incluye, entre otros, un Balón de Oro (1998) y tres Onze Mondial (1998, 2000 y 2001) a título individual. Pero lo que más destaca es su cosecha colectiva: el Mundial de 1998, la Eurocopa de 2000, la Liga de Campeones de 2002, dos Copas Intercontinentales (1996 y 2002), dos Supercopas de Europa (1996 y 2002), dos ligas italianas (1997 y 1998), una liga española (2003) y una Superocopa de Italia (1997). La recompensa de este año es, ante todo, el premio a un jugador que ha sabido mantenerse inalterable en la elite del fútbol mundial pese a distintos avatares y que sin excepción figura en los primeros puestos de todos los galardones individuales. Su incontestable calidad técnica, a la que une un singular olfato táctico, confieren a «Zizou» la dualidad de ser apreciado individualmente y por su sentido colectivo. A diferencia de otros «llaneros solitarios», una de las primeras cosas que los «sabios» del fútbol destacan de Zidane es que hace jugar al equipo. Lo hizo en la Juventus de Turín durante cinco temporadas antes de que el Real Madrid desembolsara la mayor cantidad que un club había pagado por un jugador en la historia para hacerse con sus servicios. Sin olvidar que se ha convertido en el líder de la selección francesa, en la que debutó en 1994. Hijo de inmigrantes Yazid Zinedine Zidane nació el 23 de junio de 1972 en Marsella, quinto hijo de una familia de inmigrantes argelinos que habían dejado su Kabilia natal para instalarse en el sureste francés. Casado con una española, Veronique, «Zizou» es padre de tres hijos, Enzo, Luca y Théo. Desde niño hizo del fútbol una pasión y pronto una profesión. Enrolado en las filas de Cannes, con 17 años debutó en primera división y no tardó en convertirse en la estrella del equipo, lo que le valió que el presidente del club le regalara un Renault Clio. El Girondins de Burdeos le propuso el primer ascenso futbolístico, al ofrecerle un contrato en un club con aspiraciones de campeón, algo que Zidane no consiguió en las cuatro temporadas en las que se vistió de girondino. Pero Francia se le quedó pequeña y el joven centrocampista quiso seguir los pasos de su ídolo Michel Platini y dejó sus maletas en Turín para vestir la camiseta de la Juventus. Con la «Vecchia Signora» su fama cobró una dimensión mundial y en su casa empezó a faltar espacio para colocar los trofeos. Triunfos con la selección Paralelamente, Zidane creció también con su selección, con la que ganó el Mundial en su país. El jugador de origen cabileño se convirtió en el símbolo de aquella selección multirracial que representaba a una Francia abierta al mundo. Fue el autor de dos goles en la final contra Brasil, lo que le valió su primer trofeo de mejor jugador de la Fifa y su Balón de Oro. Dos años más tarde volvió a ser decisivo para que los «bleus» se proclamaran en Bélgica y Holanda campeones de Europa, convirtiéndose así en la mejor selección del momento. Por segunda vez, los seleccionadores le nombraban mejor jugador del mundo. Zidane empezó a notar que, la libertad que gozaba en la selección le faltaba en el agobiante fútbol italiano, por lo que en 2001 recaló en el equipo español del Real Madrid con el objetivo de ganar el único gran trofeo que no atesoraba: la Copa de Europa de clubes, que se le escapó en dos ocasiones en la final vistiendo la camiseta blanca y negra. Lo logró en su primera temporada con la camiseta blanca, gracias a un soberbio gol en la final contra el Bayer Leverkusen. Ese año, paradójicamente, también recogió sus más amargos recuerdos, que tomaron forma en el fracaso de los «bleus» en el Mundial asiático, en el que «Zizou» fue el protagonista por omisión, puesto que una lesión sólo le permitió jugar, disminuido, el último encuentro de la primera fase, en el que Francia dijo adiós. Desde entonces, Zidane ha ganado galones en la selección, a la que ha contribuido a colocar entre las primeras del mundo. Su fama mundial, más que un objetivo, parecen un lastre para un jugador que se confiesa molesto cuando es reconocido. «Verdaderamente es un muchacho modesto», dice Ismail, su padre, que tampoco sabe donde el «maestro» va a colocar tantas coronas.

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