El Barcelona acumula otro traspiés en el Camp Nou al repetir errores

El Barça reiteró su desamor con el Camp Nou tras empatar un nuevo partido, esta vez ante el Celta (1-1). Y es que los azulgrana siempre caen en los mismos errores. Cuesta creer en la mala suerte cuando la falta de puntería ahoga cualquier infortunio o apaga la floja labor del árbitro de turno. Rijkaard retocó el once inicial con la entrada de Andersson en el centro de la zaga y de Gabri como presumible extremo en la banda derecha. Lotina contrarrestó la táctica azulgrana colocando una línea de tres centrales. Tras un susto inicial en el que Berizzo remató a placer ante Rustu, la balanza se decantaba a favor del holandés. El Barça superaba la línea de presión viguesa con cierta comodidad. Ronaldinho y Kluivert iban entrando en juego y las ocasiones se iban sucediendo. Un mal control de Gabri evitó que el centrocampista batiera a Cavallero. Instantes después, Xavi disparaba al larguero. Los azulgrana dominaban con facilidad pero seguían lamentado su escasa precisión. Mientras un frío Camp Nou esperaba vivir una plácida noche, el Barça encadenó una racha de desgracias. Rustu, que debutaba como titular en Liga en el feudo azulgrana, regaló a Milosevic un balón tras errar estrepitosamente en un control. El yugoslavo se lo cedió a Jesuli, que marcó el gol más fácil de su vida. El regalo del portero turco sembró el pánico en las gradas. El Barça ya no era el mismo. La lastimosa racha siguió minutos después con la lesión de Gabri, Reiziger también sería sustituido en el descanso por problemas físicos, mientras el Celta daba entrada a Juanfran, que después también se lesionaría, por Silvinho. Tras restar medio noqueado, Xavi y Ronaldinho sacaron al Barça del letargo. Una asistencia del primero volvió acabar en las botas de Kluivert para demostrar que el holandés sigue tan errático como siempre. La mala fortuna se cebó después con el ariete después de que Ramírez Domínguez le anulara un gol legal. Kluivert cabeceó a placer tras un saque botado de esquina botado por Ronaldinho. El árbitro andaluz interpretó una hipotética falta de Andersson sobre Berizzo y Cáceres para no dar validez al tanto. El descanso atajó la mejoría azulgrana. No obstante, las ocasiones seguían llegando aunque a cuentagotas. Cavallero se erigía en el protagonista celtiña rechazando todas las intentonas azulgrana como las de Xavi o de Kluivert. Nuevamente, la falta de puntería combinada con la buena noche del cancerbero argentino. El Celta aprovechaba el creciente bajón de su rival acumulando más jugadores en el centro del campo con la entrada de Giovanella. Cuando peor estaba el Barça, un saque de esquina niveló la contienda gracias a la fe de Cocu. Un centrocampista, en ocasiones central y haciendo funciones de lateral marcaba el tanto local. El Barça se envalentonó lanzándose como un poseso sobre el área rival. Con más corazón que cabeza, la falta de gasolina imposibilitó la remontada final ante un rival muy reservón.