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La buena temporada de perdiz contrasta con las escasas liebres

El furtivismo nocturno posible causa de la baja densidad del roedor en Tierra de Campos

Un grupo de cazadores de galgo tras una buena jornada de caza en un paraje de Tierra de Campos

Publicado por
Pedro Vizcay - león
León

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A falta de pocas jornadas para que finalice la temporada de caza menor casi todos los Cotos van realizando sus balances con relación a las piezas cinegéticas que se han cazado y las que quedan de cara a garantizar la reproducción en próximas temporadas. Parece que, en líneas generales, la temporada ha sido aceptable en cuanto a la perdiz. En estas últimas jornadas todavía se ven buenos bandos debido, entre otras razones, a las dificultades climatológicas, lluvia y niebla, que han supuesto la pérdida de bastantes días de caza. La liebre, sin embargo, presenta un balance bastante negativo. Es cierto que en las primeras jornadas se cazaron liebres, pero también lo es que los galgueros advirtieron que estábamos ante una temporada bastante pobre. El tiempo les ha dado la razón hasta el punto de reconocer que estamos ante la peor campaña de los últimos años. La aparición de la tularemia, enfermedad que afectó a las liebres a mediados de los noventa, supuso paradójicamente una importante recuperación del roedor. No sólo las medidas adoptadas por Medio Ambiente en el sentido de prohibir su caza y más tarde obligar al reconocimiento de los animales muertos, sino, y muy especialmente, la alarma social que surgió con relación a la enfermedad hizo que muchos cazadores desistieran de este tipo de caza. El consumo de liebres en restaurantes y casas de comidas quedó cortado de raíz y con ello la comercialización que en determinadas zonas de Sahagún y Campos se llevaba a cabo. El furtivismo remitió y consiguientemente la recuperación de la especie se hizo patente pese a las bajas ocasionadas por la enfermedad. Cuando la enfermedad se consideró prácticamente erradicada a finales de siglo, la afición por la veloz rabona volvió a los cazadores. Quienes practicaban la caza de persecución con galgo nunca habían dejado de cazar, ya que la liebre que no huye adecuadamente, está delgada o presenta heridas en forma de úlceras cutáneas era desechada, centrándose su acción sobre las sanas que eran la mayoría. Para las escopetas resultaba más difícil discernir estos síntomas, ya que lo normal es disparar a pocos metros de la arrancada. En la actualidad casi nadie piensa en la tularemia tras varias temporadas sin registrarse un solo caso y la presión ha vuelto así como el consumo no sólo en las bodegas sino en los restaurantes especializados. Furtivismo nocturno Posiblemente sean las liebres los animales más perseguidos por el furtivismo nocturno. Sus hábitos crepusculares hacen que durante el día se encame y, salvo que se la levante, sea muy difícil de visualizar. De noche, sin embargo, todo cambia. Especialmente sensible a la luz de los focos de los vehículos, se desorientan y se paran en carreteras y caminos, de forma que los accidentes son muy frecuentes, incluidos los provocados por el propio conductor que intenta atropellarla y se sale de la carretera o choca contra el pretil de un puente.. Las bajas producidas por los automóviles son inevitables y todos saben que es un tributo que el progreso ha traído, pero el auténtico problema son los furtivos. La práctica de recorrer los caminos durante la noche, con un vehículo descapotable y armados con escopetas es conocida de sobra en todos los Cotos. Cuando se detecta la liebre se la enfoca desde el coche, bien en el propio camino bien en las tierras y con un simple disparo se acaba con su vida. En las comarcas más lebreras como son Tierra de Campos o el Páramo Bajo las concentraciones parcelarias han facilitado las cosas a los furtivos pues disponen de caminos bien trazados y fáciles de recorrer. Si el furtivo conoce el campo sabe por dónde tiene que circular y también las entradas y salidas a las carreteras generales. En ocasiones la Guardia Civil o los propios cazadores montan dispositivos de espera, pero enfrentarse con delincuentes armados siempre es peligroso. A veces se recurre a cruzar maderos en los caminos para evitar la huida, con el consiguiente peligro de provocar un accidente con otro vehículo. Lo cierto es que han vuelto los furtivos y con bastante impunidad pues, aunque son muchos los que saben quiénes son, pocos se atreven a denunciarlo.